Hace 730 días empezó el sexenio de la 4T. En dos años se ha establecido una forma de gobernar muy polémica y, al mismo tiempo, muy consistente. No hay muchas sorpresas en la agenda que ya se había planteado, lo que ha cambiado son las condiciones del país, es decir, la llegada de una pandemia que cambió por completo las expectativas, el futuro inmediato y los planes de gobierno. En este segundo año se han profundizado las tendencias del primer año del sexenio, pero la profundidad de la crisis de salud y de la caída económica, han llevado a México a una situación mucho más difícil y problemática.

Como en otras apreciaciones globales, el mundo es otro antes y después de la pandemia del Covid, y el criterio se aplica también a este gobierno. Hace un año las preocupaciones estaban enfocadas en la falta de crecimiento del país, en el grave problema de la inseguridad y en las complicaciones de la relación con Trump y sus obsesiones con la inmigración. Sin embargo, las promesas de la 4T permanecían intactas, el futuro inmediato era una promesa para que el país pudiera crecer, para bajar la pobreza, disminuir la desigualdad y combatir la corrupción. Hoy, un año después, el panorama es completamente diferente: se calcula que la pobreza crecerá este año entre 8 y 10 millones de personas y la Cepal informa que aumentará un 6.3%. La inseguridad sigue en tasas muy altas, los homicidios dolosos se han mantenido al alza, al igual que los feminicidios, ambos marcan un nuevo récord, como indicadores muy sensibles de que este grave problema no ha sido revertido. En la parte económica la caída ha sido considerable, en el segundo trimestre del año fue de 18.7, pero en el tercer trimestre la recuperación alcanzó un 12.1% (EL UNIVERSAL, 26/11/2020). Por otra parte, las proyecciones del Banco de México señalan que este año el PIB bajará un 8.7% y la economía regresará a los niveles previos a la pandemia hasta 2023, lo cual dejará prácticamente casi todo este sexenio sin crecimiento. Estas cifras son sólo proyecciones. La pandemia en México nos ubica entre los punteros, por número de casos estamos en el lugar 11 con 1,107,071 casos y en el 4º sitio por defunciones con un total de 105,655 (Johns Hopkins, 30/11/2020).

En suma, la 4T y AMLO cumplen dos años de gobierno sumergidos en una de las peores crisis en décadas, sin embargo, a pesar de las cifras negativas la aprobación presidencial no se ha derrumbado. El presidente tiene un desgaste relativo al ejercicio del gobierno, pero no corresponde a una crisis como la que atravesamos. AMLO tiene una aprobación de 64% y Morena una intención de voto para renovar la a Cámara de diputados de 32%, frente a un 17% del PAN y 16% del PRI (EL UNIVERSAL, 30/11/2020); en la página Oraculus.mx la aprobación promedia un 60%. Puede haber varias explicaciones para entender por qué razón no le han cobrado la crisis al presidente: una es por las transferencias monetarias a los grupos vulnerables (tercera edad, madres solteras, discapacitados, estudiantes, jóvenes); el otro factor ha sido el aumento al salario mínimo que ya lleva dos años en recuperación, después de varias décadas de castigo; una más es que se considere, para una parte importante de la sociedad, que la pandemia no es responsabilidad de AMLO y, por lo tanto, el manejo de la enfermedad no se aprecia como una política equivocada o fallida. Sin duda, el discurso presidencial expuesto de forma sistemática y machacona en los cientos de mañaneras, también ha sido un recurso efectivo.

Las valoraciones políticas están hechas por una mezcla de componentes muy diversos, en donde una parte es racional, otra son emociones y filtros muy variados. Hace un año AMLO pidió otros 365 días de prórroga para “consolidar” su proyecto. Hoy el escenario es completamente distinto, todas las proyecciones indican que los resultados de la 4T están lejos de las ofertas iniciales. ¿Cuáles serán los costos políticos de la crisis actual? Una primera respuesta la veremos en las elecciones del 2021…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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