Dicen que en nuestra Plaza Mayor se fundó este país.
Cuenta la leyenda que los mexicas erigieron esta ciudad en el sitio donde encontraron un águila sobre un nopal que devoraba una serpiente. Un mito hermoso y fundacional. Desde entonces, nuestra Plaza mayor, nuestro Zácalo es, sin duda, nuestro gran ombligo, pero también nuestro corazón; es un espacio de lucha y libertad, de miedo y alegría, de encuentro y desencuentro.
Es nuestra imagen y también nuestra realidad.
Tal vez es el espacio más fotografiado, en donde se siente la vibración de nuestro ser, de nuestro ente. Pero de las millones de imágenes vistos o guardadas en la memoria, sólo unas cuantas pueden ser evocadas como parte de nuestra tragicomedia. Un breve recuento de ellas, debe partir de la gran matanza del Templo Mayor, en 1520.
Pero, hay muchas otras más, tal vez hasta motivo de un libro. Imágenes como la quemazón del Parían, en1828, por las huestes que peleaban en torno al futuro del país u otra más terrorífica por lo que simboliza: el izamiento de la bandera de Estado Unidos, el 15 de septiembre de 1847, que significó el preámbulo de la mayor humillación a nuestro país y la aceptación tácita de su derrota y, además, perder más de la mitad del territorio nacional.
Plaza Mayor historia y vida, fiesta y tragedia.
Por este sitio llegó Madero tras derrocar al dictador, en una gran fiesta que convocó a miles de mexicanos a saludar un cambio que terminó, tras la fiesta, en una tragedia más, por la corrupción familiar de Madero, los errores de su propio gobierno que nunca escuchó a los aliados que, a la postre se convirtieron en sus enemigos, como Zapata y lo peor, por su alianza a las manos asesinas del General Victoriano Huerta y los militares que lo acompañaron a quien Madero les dio gran poder.
Siglo XX, cambalache, dice el tango.
En 1968, el 27 de agosto se llevó a cabo un plantón de estudiantes y el ejército llegó con tanques y metrallas ante un numeroso grupo de jóvenes que sólo pedían dialogo público y fueron expulsados de ese espacio destinado, o eso siempre se ha creído, para glorificar al poder.
Imágenes de dolor, ajenas a las imágenes de alegría, en 1938, cuando Lázaro Cárdenas expropió el petróleo e hizo un llamado al pueblo a apoyar esa epopeya y lo logró; o en 1982 cuando la izquierda mexicana llenó el Zócalo capitalino con el cierre de campaña de Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del comunismo mexicano, en un evento que se llamó Zócalo Rojo, emparentado con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, birlado por personajes que actualmente se mantienen en el poder, y en 1997 cuando a fuerza de votos ganó la ciudad de México. Fue una fiesta por la democracia, al igual que en 2018, cuando López Obrador ganó las elecciones de manera contundente e iluminó el rostro de millones de mexicanos que miraron y soñaron con un mundo diferente.
Hay muchas imágenes más, decenas de estampas que se han convertido en históricas y que son recordadas por los historiadores y por la memoria de la sociedad mexicana.
Hoy, marzo de 2021, vemos una imagen deprimente, atroz: miles de metros de murallas, como las soñaba Trump, cubren palacio nacional, o como en los viejos castillos o palacios medievales donde se tendía un foso con cocodrilos para no ser tomado por los infieles o por los enemigos.
Es una imagen llena de desazón pues estas fotos, ya históricas, no se deben ni a la invasión de otra nación, ni a una guerra, sino a una justa demanda de mujeres mexicanas que buscan, tan sólo, justicia.
Mujeres asesinadas y violentadas a diario a quienes no sólo no se les ha hecho justicia, sino que son denostadas a pesar de que, muchas de ellas, celebraron la última gran fiesta que hubo en el Zócalo, en 2018.
Tiempos de muertas y de violencia. Tiempos oscuros que presagiaban luz y alegría y muestran un futuro falaz, sin futuro. La casa nuestra, seguirá entre muros, el poder se mantendrá vetado para las mujeres que seguirán, sin duda, sin ser escuchadas, por lo menos en los próximos años.
¡Será entonces que la leyenda fundacional no cuenta la verdad y que, en realidad, la ciudad se fundó en el sitio exacto en donde el águila defecó con singular alegría!