Esa victoria que ha obtenido la cultura sobre la Naturaleza,
no hay que dejarla escapar de ningún modo;
no hay que desprenderse de ella a ningún precio.
Goethe.
Hace un año, Jesús Ociel Baena Saucedo pasó a la historia al convertirse en la primera persona no binaria en asumir un cargo judicial en México.
El lunes 14 de noviembre Baena Saucedo, quien utilizaba el pronombre elle, y su pareja, Dorian, se les encontró sin vida en su hogar, lo que generó llamados apremiantes por parte de la comunidad LGBTQ+ en México para que se determine si su muerte estaba relacionada con la promoción de los derechos de las personas no binarias. O con alguna otra causa más siniestra.
Las autoridades del estado de Aguascalientes, donde Baena Saucedo, de 38 años, fungía como magistrade en el tribunal electoral, declararon que su pareja, Dorian Herrera, de 37 años, parecía ser responsable de la muerte del magistrade, que habría ocasionado con navajas de rasurar, antes de suicidarse.
La muerte del magistrade – aunque aun no sé si debo utilizar la palabra – ha cimbrado los cimientos de la comunidad en general, no solo la de la comunidad LGBTQ+ en nuestro país. Vamos por partes.
El lenguaje no sexista, de género neutro o lenguaje inclusivo es una reforma lingüística propuesta por el feminismo aproximadamente desde la década de 1970 en diferentes idiomas del mundo. Se trata de diversas estrategias lingüísticas y discursivas que permiten a quien las utiliza expresar su posicionamiento en favor de los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBQ+.
El uso de este lenguaje es una tendencia social que se ha hecho presente en diferentes idiomas, entre ellos los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas, con el fin de utilizar expresiones lingüísticas que eviten los prejuicios y estereotipos sexistas, así como la invisibilización y exclusión en el lenguaje de las personas de determinado sexo, género u orientación sexual.
El binarismo de género, referido también como binaridad o binariedad de género, dualismo de género o binario de género, es la clasificación del género en dos formas distintas y complementarias de masculino y femenino, ya sea por el sistema social o creencia cultural. La mayoría de las culturas actualmente usan un binario de género, teniendo dos géneros (niños/hombres y niñas/mujeres).
Esto que devino en una larga discusión no solo del lenguaje sino social, encontró guerreros en ambos bandos, quienes defendían… y los que atacaban. Dejaron de leerse los argumentos vertidos por el premio Nobel, André Gide sobre la necesidad o no del que se llamó, durante mucho tiempo, el tercer sexo.
Gide ofrece datos y cifras más imaginarios que reales. Corydon es un libro que defendió en su momento la causa LGBTQ+ pero que hoy es demasiado antiguo para citarlo o conocerlo. Gide defiende desde los parámetros clásicos. Esto que vimos hace unos días es un crimen de odio puro. Líderes de la comunidad en México se preguntan si una valoración tan rápida por parte de las autoridades, es más bien consistente con lo que, aseguran, es el patrón de la Justicia oficial, que suelen desestimar las muertes de personas de la comunidad LGTBQ+ al calificarlas como crímenes pasionales.
Ociel Baena Saucedo, quien a menudo usaba faldas y zapatos de tacón alto y se ponía maquillaje, dijo recibir amenazas como resultado de su destacado papel como una de las personalidades no binarias más visibles del país. Lo que no sería raro.
Cualquier ataque o crimen de odio contra quienes integran la comunidad conmociona a las personas y genera temor, añadió Alex Orué, activista yucateco. Pero las muertes de Baena Saucedo y su pareja, dijo, eran incluso más dolorosas. Si alguien con ese nivel de visibilidad, con ese cargo público, siendo magistrade, agrega Orué y además con la protección del Estado, vivía con amenazas, y le ocurre una muerte pesarosa, ¿qué nos espera al resto?, dijo Orué quien participó en la marcha en Mérida. Jesús Figueroa Ortega, fiscal general de Aguascalientes, dijo en un programa de radio el martes siguiente del asesinato que la investigación hasta el momento sugiere que Baena Saucedo y su pareja empezaron a pelear en una habitación en la segunda planta de su domicilio, donde se hallaron manchas de sangre que conducían escaleras abajo.
Según Figueroa Ortega, los investigadores encontraron 20 heridas en el cuerpo de Baena Saucedo, causadas por una navaja de afeitar. Un video de la cámara de seguridad muestra que la pareja ingresó a su casa alrededor de la 1 de la madrugada del domingo. Después de eso, no se vio ingresar a nadie más.
Los hechos parecieran claros excepto por un detalle. Nunca es un crimen de odio, sexismo, revancha. Siempre es un crimen pasional, siempre son amantes despechados, celosos, crueles, arteros los que matan a sus parejas suicidándose o culpándose después.
Algo parecido ocurrió en otros estados. Hombres de la comunidad en comento, mujeres que son agredidas en las calles, siempre con el odio, la maldad a sus espaldas. Parecería que los tiempos malvados se estacionaron en nuestro país y el mundo. Los tiempos son de una tremenda intolerancia, de un crimen a otro, cada cual más grave.
En el caso de la pareja de Ociel, la Fiscalía sostiene que, según la investigación, el agresor empleó otra navaja, infligiéndose una herida en la parte frontal del cuello, una lesión amplia y precisa que le llevó a la muerte. Ambos cuerpos fueron cerca uno del otro, a pocos centímetros. Como en esa cinta que trata casi de lo mismo, La guerra de los Roses (dirigida por Danny DeVito, 1989) en ella, los esposos, después de una lucha férrea por la casa, acaban matándose al descolgarse sus cuerpos de un candelabro. Y en esta cinta no hay más que puro odio pasional.
La historia se repite. La pareja tóxica, para usar términos comunes, mató al otro. El otro murió. Ociel y Dorian se llevaron la verdad al Más Allá. Todo concluyó. Todo volvió a cimbrar a una sociedad para dejarla desentendida después. Creo que esa es la peor parte.
Analista