No; ni el más popular o idolatrado líder social o político es dueño de México. Ciudadanos y ciudadanas, que no “la gente”, personas que entendemos el valor de ser mexicanos, por vez primera en la historia, levantamos pacíficamente la voz en más de 100 ciudades alrededor del mundo para decir: “México es nuestro y su destino, también”.
Fue una fiesta de personas que tenemos en común el amor patrio, el civismo, el recuerdo de los tiempos de la antidemocracia, de la dictablanda, de los atropellos, los muertos, las urnas embarazadas, el ratón loco, las marrullerías; de quienes vivimos elecciones amañadas y fraudulentas antes del IFE, pero también de jóvenes que, aunque no lo vivieron, saben, intuyen, temen, perder sus libertades y su derecho a elegir.
Fue brillante el grito de guerra de los días previos: “nos vemos el domingo”. Los convocantes fuimos todos. Se escuchaba en las mesas, en las redes, en los noticieros, en la familia…y sí. Nos vimos el domingo y llenamos los zócalos de todo el país, nos tomamos del brazo, llegamos caminando, en transporte público o privado, llegamos hasta en sillas de ruedas o con bastones que soportaban peso y esperanza…llegamos y lo único que ensombreció el indeclinable anhelo de libertad y democracia, fue la mezquindad de quien vive en Palacio y contra la ley, ese día nos quitó la bandera del zócalo, pero no, no pudo ni podrá arrancarla de nuestros corazones.
Los oradores, Beatriz Pagés y el ministro en retiro José Ramón Cossío. Beatriz, con portentosa y valiente voz, esa que siempre, desde cualquier trinchera ha luchado por México, clamó: “si se cae el INE se cae México, tenemos que salvar a nuestro país…hoy empieza la gran movilización ciudadana rumbo al veinticuatro; el plan “B” es inconstitucional e inmoral. Estamos listos para impedir un golpe a nuestra Constitución y a nuestra libertad”. Cossío, con la sapiencia de haber servido a México desde el más alto tribunal, dando un voto de confianza a sus pares, dijo: “no solo venimos a llenar el zócalo, venimos a ocupar respetuosa y temporalmente la plaza de la Constitución; confiamos en los ministros y ministras y en su talante democrático. Sabemos que actuarán en beneficio de México. La democracia necesita demócratas y cada uno de nosotros, lo somos”.
La democracia no solo tiene que ver con votos; los socios comerciales internacionales juegan con reglas democráticas; México está en riesgo de regresión y así lo ven congresistas norteamericanos, medios internacionales y quienes generan muchos de los empleos en el país. El absurdo de no permitir que una empresa de bajo consumo de agua como Tesla se instale en Nuevo León y quiera ser el aspirante a dictador quien obligue a un empresario a instalar su compañía por los caprichos del reyezuelo, ahuyenta la inversión, aleja oportunidades de vivir mejor a miles de compatriotas y deja a México ante el mundo como un lugar incierto para invertir.
Serán once personas, once ministros quienes, cumpliendo su encomienda de ser guardianes de la legalidad y defensores del texto constitucional, puedan parar el despropósito de pisotear la Ley Suprema y llevar la democracia al cadalso, como votaron los legisladores oficialistas. Al menos cuatro, entre ellos la plagiaria defendida contra viento y marea, tienen fuertes lazos con el titular del ejecutivo. Es la hora de la verdad para las y los ministros.
Quienes integran los poderes son mandatarios, pero que quede claro: quien manda es la ciudadanía y el domingo…mandó. Obedezcan.