En la película La joya del Nilo (1985, Lewis Teague) dos ladrones buscan una gema que creen un diamante, una esmeralda, un rubí. Su sorpresa no tiene límites cuando descubren que la joya es un hombre, un hombre santo a las orillas del Nilo. Supongo que Ingrid Tapia Gutiérrez se dio cuenta que, a la inversa del filme, la joya que le tocó es lo que se dice coloquialmente, una “joyita”. Violento, terco, amachado, perverso, el violentador es un alto funcionario de la Secretaría de Hacienda y con mucha influencia en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Poderoso sin duda. ¿Lo sabrá el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez De la O?

La historia no es nada nueva. El flamante jefe de asesores, Leonel Ramírez Farías, fue prófugo de la justicia e inhabilitado por casi 10 años por corrupción para ejercer ningún cargo público en México. Todo indica que huyó a Guatemala. Pasado un año, regresó al país y sin problema alguno se dedicó a trabajar en la empresa de su esposa. Es decir, Leonelito es un hombre libre, que trabaja y hace vida pública sin mayor obstáculo. ¿Porque es importante esto?

Ramírez Farías es hoy deudor alimentario que a través de sus influencias y poder se comienza a convertir en ícono de impunidad, violencia vicaria y detractor de la obligación primera y suprema responsabilidad que un hombre debe tener: cuidar y proveer para sus hijos. Su expediente se encuentra en el juzgado 14 de lo familiar del TSJCDMX donde tuvo que ser citado por edictos para localizarlo. En casi cuatro años de vida pública y la autoridad judicial es incapaz de dar con él.

La violencia vicaria sustituye a una persona por otra para ejercer la acción de agredir; es uno de los alardes máximos de poder, control y posesión de un hombre sobre una mujer. Tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente hijas e hijos, llegando inclusive en casos extremos a causarles la muerte. La violencia vicaria siempre, siempre tiene como coadyuvante a la autoridad y eso es, al no ser capaces de notificar después de tantos años, exactamente lo que el juzgado 14 está haciendo. O sea, quien debe cuidar, descuida.

Se ocultó por 18 años en los que su exesposa Íngrid no pudo localizarlo, los hijos de ambos fueron educados, alimentados y sostenidos por ELLA. Esto a pesar de que ÉL le robó todos sus bienes inmuebles y muebles, dejándola en la calle, como la Magnifica, decían nuestras abuelas: Sin cosa alguna. Leonelito desaparece y no hay ni un juez que pueda entregarle el citatorio. Ingrid fue despojada de sus bienes y agredió a sus dos hijos cuando eran pequeños golpeándolos, vejándolos, haciendo de ellos las víctimas de sus denodados abusos. Los chicos tuvieron que ser rescatados por los abogados de Ella.

Los hijos, ya mayores y conscientes del daño que les ocasionó moral y físicamente su “señor” padre, decidieron desde hace más de cuatro años denunciarlo. Hoy son el famoso CASO 992.

El colmo Leonel Ramírez Farías trabaja en Palacio Nacional. Sí, ahí en el Zócalo Capitalino. ¿Coincidencia o destino?

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