En la obra de teatro El médico a palos, el protagonista golpea a su mujer quien le jura venganza. El hombre se va riendo. Ella encuentra a dos guardias que tienen el encargo de encontrar un médico eminente que cure a la hija del rey. La mujer les dice que el médico vendrá en un momento, pero tiene una manía muy extraña. Él dice que no es doctor. Solo lo acepta cuando le dan de palos. Los guardias, extrañados por esta declaración, llegan a ver al esposo golpeador y, al negar su profesión, los guardias lo tunden a garrotazos como decimos por acá por el Sureste. No le queda otro remedio al esposo golpeador que ir con ellos.
No les cuento el final de esta obra porque así promuevo la busque y la lea, estimado lector. Pero vamos a lo medular.
El doctor Hugo López-Gattell, que no necesitó de palos para declarar cifras alegres ante la pandemia de COVID, ahora quiere (necesita más bien) ser jefe de gobierno de la CDMX. Se trata del funcionario con quien, la entonces jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, hoy virtual candidata presidencial de la Cuarta Transformación, tuvo varios desacuerdos en torno a la atención de la pandemia por Covid-19.
Al final, ante la declaración más cantinflesca de la historia, la de que “el cubrebocas sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve”, la Sheinbaum impuso el uso de cubrebocas en toda la ciudad.
¿Cuál es la pretensión del doctor? Lograr un fuero que le permita evadir responsabilidades por la mala atención de la pandemia. Así de clarito. Eso sí, el doctorcito supone que nadie recuerda estas cuentas, las alegres porque quienes perdieron un familiar, amigo o esposo o esposa en 2020, no olvidarán muchas de las cosas en las que colaboró el subsecretario de salud. Y no están alegres.
O sea, no solo tenemos que aceptar su actuación, además debe premiársele con un cargo que no es cualquier cosa. ¿Quién le habrá dicho murmurado a la oreja al doctor Gattell tamaño exceso? Suponemos que un asesor legal, un abogado, su esposa (aunque se le vio durante la pandemia muy bien acompañado por alguien que no era la esposa, si lo recuerda el lector). El caso es que el doctor, después de recibir los palos correspondientes, promovidos por quien lo puso en la “declaradera” se siente acorralado. Cómo no.
Si fueron más de 600 mil muertes cuando la primera cifra, que él mostró con una sonrisa sobrada, expresa, delirante, aseguraba que no serian arriba de 60 mil. Ya ven. Él salió a recibir los palos mientras el promotor de estos decires se guardaba mucho de afirmar o no las cifras. AMLO vio cómo el médico recibía los palos, cómo declaraba ser doctor después de ellos. El lector dirá que exagero. Pues no. Hay mucho más.
El funcionario, que fue la cara del gobierno Federal durante la pandemia por Covid-19, lo que le valió críticas de varios sectores de la sociedad y de la oposición, hizo público su propósito de ser el coordinador de los Comités de Defensa de la Transformación en la Ciudad de México.
Cito, por supuesto, no vaya a pensar el lector que lo digo yo, al doctor Gattell.
Los grandes cambios económicos, políticos y sociales a nivel nacional son innegables; vamos a darles continuidad, a profundizarlos y extenderlos a la vida de las personas en las alcaldías, las colonias, los barrios y los pueblos.
Esto aseguró en un posteo en su cuenta de la red social X. Pero… y hago énfasis en esta palabrita, el doctor Gattell hizo de un suceso meramente higiénico, de salud, alejado de la grilla, la posición bastante mal vista de la 4T. Desabasto de medicinas, criticar a los médicos por fifís, asegurar que el presidente estaba protegido por la fuerza moral… Podía haber otorgado un poco de esa fuerza moral para los miles de mexicanos que murieron. No. La fuerza moral solo parece ser para el presidente de México. Su actuación en la pandemia fue negligencia total.
Fue tan malo su desempeño que no sólo se ganó a pulso el mote de Doctor Muerte, sino que existen 10 denuncias interpuestas por familiares de fallecidos por COVID, niños con cáncer y políticos que lo acusan de mala gestión, escasez de medicinas y hasta violencia política.
La mayoría de las denuncias fueron desechadas. En mayo pasado un juez federal ordenó a la FGR (Fiscalía General de la República) reabrir las investigaciones para determinar si cumplió, o no, con sus obligaciones durante la pandemia.
A pesar de eso, se tomó muy en serio el mensaje del presidente López Obrador para que compita todo aquel que sienta posibilidades y, como si no tuviera cuentas pendientes con los mexicanos, se inscribirá en el proceso morenista. Qué tal.
A López-Gatell no lo atacan los conservadores ni los corporativos corruptos. Lo exhibe el exceso de muertes documentadas por el INEGI (Instituto Nacional de estadística, Geografía e Informática). Lo exhiben las omisiones y los graves errores en que incurrió; lo exhibe, además, el desastroso esquema de comunicación con el que desinformó y confundió a la gente.
Aunque la relación entre la jefa de gobierno y el médico a palos se complicó aun más el 26 de mayo de 2020, cuando Sheinbaum reconoció abiertamente que las cifras de fallecimientos por COVID-19 en la capital no coincidían con los datos de este personaje.
López-Gatell mintió, manipuló, ocultó cifras, ignoró la evidencia científica, pidió a la gente no acudir a los hospitales hasta que fuera absolutamente necesario provocando la muerte por asfixia de gente que no encontró una cama o que llegó a las clínicas cuando no había ya nada qué hacer. Es más, participó en la propuesta para eliminar las NOM (Normas de Salud Mexicanas).
Ahora el encargado también de la COFEPRIS tiene en sus manos autorizar rápidamente venta en farmacias de las nuevas vacunas Aztra Seneca y Pfizer con las variantes del Covid. Él que siempre se opuso a su comercialización.
López-Gattel fue muy obvio en su favoritismo con las vacunas rusa Sputnik y la cubana Abdalá al autorizarlas en la COFEPRIS de inmediato, aun cuando no están autorizadas por la Organización Mundial de la Salud. Otro palo para su cabeza, diríamos en la tierra.
Ay, doctor Gattell, si hubieras hablado con la Verdad desde el principio igualmente no serias el candidato ideal para la CDMX, no te entusiasmes, pero hubieras salvado eso que en estos tiempos vale más que el oro, la reputación. Entendemos que recibiste palos para decir lo que sonó a gloria en los oídos de quien manda. Aunque lo evidente debe obviarse, buscas fuero, doctor, lo buscas para salvarte de las demandas, muchas en la mesa nuevamente.
Pretender que te elegirán los capitalinos por tu acción (más política que eficiente) es regresar a un mundo que se supone quedó atrás hace mucho tiempo. Sin falsos sentimientos, por favor. Ahí dejaremos eso.