Trescientas diez reuniones en trescientos veintinueve días, veintiséis estados, miles de kilómetros andados y miles de manos estrechadas; ¿no hay candidatos de la oposición? Tal vez en sus encuestas, tal vez en los medios nacionales, tal vez no con los reflectores que da ser secretario de gobernación, jefa de gobierno, canciller o hasta líder del Senado pero claro que hay gente valiosa y de amplia experiencia política y de gobierno hablando con esa franja de electores que hoy están arrepentidos de su voto de 2018.
Ahí están Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes, Xóchitl Gálvez, Lili Téllez, Mauricio Vila, Claudia Ruiz, Maru Campos…ahí está Silvano Aureoles. Todos ellos platicando, caminando, sumando, aglutinando en tierra. Todos ellos saben que las elecciones se ganan con votos y no con bots, con tierra y no con aire, con acercamiento y no con marchas convocadas por su jefe máximo.
Mucho se habla de que las corcholatas van adelante en el objetivo de que el Movimiento fundado por el gran cacique Macuspano repita en el poder del ejecutivo federal, pero el liderazgo no se hereda, la popularidad, menos y el carisma de todas las corcholatas es igualito al de una castañuela arriba de la mesa.
La corcholatera propuesta, si la hay, no puede ser otra, para alimentar el ego y con ello la voluntad del destapador, que el continuismo de carestía de vida, de polarización que alienta el odio entre hermanos, de destrucción de instituciones que tienen a México hundido en crecimiento económico, de rodillas ante el crimen organizado y condenado a sufrir la torpeza e impericia de los politiqueros que no distinguen entre acarrear marchantes y la responsabilidad de cuidar la vida y salud de los mexicanos cuando ni siquiera han logrado en cuatro años surtir medicamentos o vacunas.
Fundador del Partido de la Revolución Democrática, siempre de convicción de izquierda, luchador social, ha sido legislador federal líder de su bancada, presidente municipal de Zitácuaro y gobernador de Michoacán, entre otros cargos. Siempre guerrero, siempre contra corriente, siempre sabiendo que los éxitos son fruto de incansable trabajo.
Silvano Aureoles Conejo sabe y comprende la adversidad pero también la fortaleza de un hogar comandado por una mujer, pues creció con el liderazgo de su madre y rodeado de hermanas. Fue el primer gobernador que entendió la importancia del motor que las mujeres somos en la vida de cualquier estado y en los hechos, no solo en los dichos, puso a las michoacanas en primerísimo plano transformando un incipiente esfuerzo como era el Instituto de la Mujer a Secretaría de Igualdad.
Ahí está Silvano, tejiendo hacia dentro y fuera de su partido, instalando mesa política permanente para imprimir su energía y la de sus compañeros y retomar la vida institucional del ahora maltrecho PRD, sumando opositores, a partidos locales como el PES y el MAS de Baja California, sumando al clero con la apertura al diálogo del Episcopado Mexicano, sumando a los empresarios a través de la CONCANACO-SERVITUR y hasta del muy tímido y hasta aparentemente entregado Consejo Coordinador Empresarial.
Que no olvide el presidente, rey de reyes de los candidatos, que como él mismo sabe, el hambre, la pobreza y la decepción de los gobernados hacen realidad el verso aquél del poeta Alfredo Zitarrosa en su certerísima canción “Patrón”: Patrón, una sombra y otra más hacen tormenta, y el vendaval no tiene rienda…patrón, si esa sombra en luz estalla y ve que avanza, como una aurora, en su garganta, patrón, se le vuelve daga…” la daga, para el patrón de Palacio, se afila en cada uno de los millones de votos que cada opositor está sumando todos los días. Ahí está Silvano.
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