En Latinoamérica, en Europa y en Estados Unidos, los pinceles se paralizaron y las paletas interrumpieron el camino de los colores hacia el caballete cuando los artistas escucharon por la radio, vieron por televisión y leyeron en la prensa la noticia: “ Murió Rufino Tamayo ”. El maestro de la poesía visual decía adiós el 24 de junio de 1991 a los 91 años.

Para nuestro querido amigo Luis Cervantes

Treinta años después rescato las voces que escuché, vía telefónica, cuando cuatro pinceles del arte contemporáneo internacional expresaron su tristeza, pero también su opinión sobre el lugar de Tamayo en el mundo.

Robert

Motherwell

, entonces uno de los pintores vivos más importantes del globo, descolgó la bocina en Connecticut: “Estamos hablando de Rufino Tamayo , del pintor más importante de México, y de uno de los artistas de más alta estatura internacional. Qué difícil hablar de los valores que imprimió a la pintura, qué difícil describir con palabras lo que creó este pintor maravilloso ; con él se cierra el modernismo, el proyecto de vanguardia, con él se va uno de los grandes muralistas. Tamayo es muy especial porque en él conviven la sofisticación y el modernismo , pero al mismo tiempo, el factor indígena que es precisamente parte de su herencia. Él representó al modernismo en su país, pero le dio acento mexicano y ese acento es único y lo convierte, a su vez, en un pintor único en el mundo”.

Armando Morales

, pincel nicaragüense, paleta internacional, recibió la llamada en Londres, donde residía: “¡No, no me diga eso! caramba ¡cómo lo siento!” Siguió: “Para los pintores latinoamericanos Tamayo tiene particular importancia, fue un pintor muy nuestro, inconfundiblemente latinoamericano. Para nosotros fue como un padre y un gran maestro, que defendió la identidad como quien suda o bebe agua, de manera natural, y quedamos marcados por esa luz que plasmó en su vastísima obra. Él es un faro que no se apaga; a nivel internacional tampoco tiene par entre los pintores vivos del mundo. Su manera de manejar la pasta, el color, el claroscuro, la materia, es decir, el quehacer del pintor con el cuadro… si revisamos la lista de los pintores vivos, Tamayo está arriba con la pintura más profundamente pintura”.

Alejandro Obregón

, el entonces pintor más reconocido de Colombia, expresó desde Cartagena: “Tamayo es el pintor número uno del mundo. Porque es el más auténtico, toda su obra es de una autenticidad irremediable (…) No podemos decir, así de simple, que era un pintor muy mexicano, hay que señalar que fue más allá, que pintó lo más hondo y profundo de México. Me influyó muchísimo, dio sello a la pintura latinoamericana ”.

Jacobo Borges

, desde Caracas: “Cuando hace 40 años vi su obra en París, uno se acercaba a ella no porque su autor fuera mexicano sino porque se trataba de una gran obra, una gran pintura y ya después entendí su relación con la escultura prehispánica , es decir, por encima de todo era un artista muy contemporáneo. En Latinoamérica Tamayo aportó una manera de ver la realidad más allá de la visión folclórica y costumbrista, nos demostró que era posible pintar a nivel de la invención y del sueño y en ese sentido es precursor, abrió un camino determinante. Irrumpió con su obra justo cuando la pintura necesitaba nuevos caminos hacia lo fantástico, y no hablo de lo exótico sino de la ruptura con la lógica de la realidad. México debe sentirse orgulloso”.

adriana.neneka@gmail.com