La pregunta “¿Cuál es el costo de la dignidad?” en el encabezado me lleva a la lectura del artículo en la revista Anfibia: “Dignidad. De eso se trata. De dejar de morir esperando atención médica, de dejar de endeudarse para comer o estudiar, de no tener que trabajar de sol a sol para sobrevivir. Porque no es vida lo que tienen los trabajadores (…) incluso cuando en la cotidianidad todo parece estar bien en el ‘oasis’ de América Latina (…)”.
El artículo de Alison Vivanco se refiere a Chile. Y aunque el contexto sea muy distinto, la palabra “dignidad” resuena en mi cabeza cuando pienso que, en pleno mes de diciembre, hay trabajadores de la cultura en este país que llevan meses sin cobrar por su trabajo, que reciben promesas y disculpas, pero viven en la incertidumbre a la espera de un pago.
Radio Educación cumple 95 años como uno de los espacios más serios, profesionales y queridos de la difusión cultural en México. Sin embargo, se le agotaron los recursos para las nóminas ordinarias y extraordinarias un mes antes de que concluya el año (nota de Francisco Morales, Reforma, 29/11/19). La radiodifusora celebró su aniversario el sábado pasado en el Complejo Cultural Los Pinos, pero tuvo que solicitar a la Secretaría de Cultura 2.2 millones de pesos adicionales para cumplir con la nómina, debido a que los 76 millones 218 mil pesos de presupuesto asignado para 2019 fueron insuficientes. Cabe recordar la crisis del IMER que, a mediados de año, debido a los recortes impuestos por la austeridad gubernamental, llevó a Reactor 105.7 y otras estaciones a anunciar que sólo transmitiría música continua a partir del 1 de julio. Una acción de emergencia de Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radio y Televisión, salvó la programación.
Por otro lado, circula un comunicado de los Trabajadores de las áreas de Festivales e Intervenciones Comunitarias (Festivales de Barrio) y de talleristas y coordinadores de Fabricas de Artes y Oficios Comunitarios (Faros) de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que denuncian: “Llevamos 4 meses sin recibir sueldo y no hay certeza (…)”.
Alida Piñón ha informado con detalle en estas páginas (El Universal 27/11/19 y 3/12/19) de la situación en la que subsisten, por ejemplo, creativos de 91 puestas en escena que fueron seleccionados por el Sistema de Teatros para la Programación de Artes Escénicas 2019. Uno de ellos es Abraham Oceransky, a quien acaban de anunciar como ganador del Premio Nacional de Artes 2019. El director de teatro comentó: “Fue un gran festival, pero mucho nos quedamos sin recibir nada…”. Lo mismo el coreógrafo Manuel Ballesteros, que montó el espectáculo NORTEarte en julio y aún espera el pago de 10 mil pesos (frente a 90 mil que invirtió en el Teatro de la Ciudad) … y así muchos más.
Tampoco, nos cuenta Alida Piñón, han recibido pago los coordinadores de la red de Faros; 30 personas que no han cobrado en cuatro meses y cuyos sueldos van de 10 a 12 mil pesos mensuales en el esquema de pago por honorarios. Si bien Alfonso Suárez del Real, secretario de Cultura de la Ciudad de México, les asegura que se les pagará este mes, los maestros, talleristas y creadores ya anuncian movilizaciones, no sólo para demandar lo que les deben, sino contratos de trabajo dignos. Por honorarios, a ninguno se les reconoce relación laboral ni cuentan, por lo tanto, con prestaciones como seguro social. Bajo las mismas condiciones trabajan mil personas, contratadas por una empresa de outsourcing, para el Programa de Cultura Comunitaria de la Secretaría de Cultura federal. Antes, en febrero de este año, fueron trabajadores del INAH y del INBA los que se movilizaron ante la pesadilla de los recortes y los despidos.
Son sólo algunos ejemplos de la precariedad en las condiciones laborales de los trabajadores de cultura en este país. Muchos son jóvenes, que no les corten las alas tan pronto. Ni a ellos ni a los veteranos. Que emprendan el vuelo con dignidad.
adriana.neneka@gmail.com