Palenque ha tenido a lo largo de su historia moderna una relación importante con viajeros, exploradores, el poder… y el turismo.
En su extraordinario libro Pakal El Grande. Soberano Maya de Palenque (FCE, 2023) Laura Filloy Nadal dedica un capítulo a la arqueología oficial en el siglo XX desde que Justo Sierra, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el gobierno de Porfirio Díaz, visitó la ciudad prehispánica con el arqueólogo Leopoldo Batres en 1909, hasta los gobiernos posrevolucionarios. Una constante: la insistencia en el potencial turístico del sitio y la necesidad de mayor presupuesto.
Si el presidente Calles, que visita Palenque en 1926, pretende que la arqueología resalte el nacionalismo y la ideología de la Revolución Mexicana, Lázaro Cárdenas arriba al sitio en 1934 con otra intención. Recorría la zona, cuenta Filloy, con miras al llamado “Plan de Desarrollo del Sureste”, que incluía la construcción de un sistema ferroviario que uniría el Istmo de México con Campeche y circularía también por Chiapas y Tabasco. Luego de 10 horas a caballo desde el pueblo de Santo Domingo llega a Palenque y “decidió la construcción de una estación de ferrocarril en el pueblo (…) que permitiera el acceso de los turistas al sitio arqueológico”. En 1939 se funda el Instituto Nacional de Antropología e Historia. La inauguración en 1950 del Ferrocarril del Sureste y de la carretera que unía la zona arqueológica con la estación del tren “tuvo un impacto inmediato en el flujo del turismo a la zona arqueológica”, según los periódicos del momento. Ya lo predecía Alberto Ruz Lhuillier, quien inaugura el primer museo de sitio el 28 de septiembre de 1958.
En el siglo XXI y como parte del megaproyecto Tren Maya, Palenque emprende un nuevo capítulo en septiembre: se reabrirá el Museo “Alberto Ruz Lhuillier” con las réplicas de las tumbas de Pakal y de la Reina Roja, entre otros tesoros; se inaugurarán el Centro de Atención a Clientes (CATVI) y el lujoso Hotel Tren Maya, negocio del Ejército, a un kilómetro y medio del sitio, en un área privilegiada de más de 6 hectáreas en plena selva Lacandona. Costó 966 millones de pesos.
El contexto: Chiapas es víctima de la violencia entre los cárteles. Y aunque Palenque está vigilado por el Ejército y la Guardia Nacional, las visitas han descendido. Algunas cifras: En 2007 fue la segunda zona arqueológica más visitada del país; sólo el jueves y viernes santo ingresaron 8 mil personas por día. Según el Comité Estatal de Información Estadística y Geográfica de Chiapas, en enero de 2024 entraron a Palenque 30 mil 939 turistas, cifra muy inferior a la de enero de 2020 con 109 mil 507 (en años anteriores nunca bajaron de 60 mil). Según el INAH, en marzo de este año el sitio recibió 40 mil 888 personas.
Dudas: La estación del Tren Maya está a 11 kilómetros del sitio arqueológico. El CATVI, con estacionamientos y sanitarios, donde inicia el recorrido con un módulo introductorio, se encuentra a 3 kilómetros de las ruinas. ¿Quién trasladará al turismo de ahí hasta la zona monumental? El objetivo es que estos centros sean “polos de desarrollo para las comunidades”. ¿Cómo?, ¿lograrán que los comerciantes instalados en el sitio acepten una reubicación?...
¿Está listo Palenque?