Paco Prieto es una leyenda viva en la carrera de Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Todo el mundo salía fascinado de sus clases, comentaban con pasión la lectura en turno, debatían en la cafetería las ideas encendidas desde el aula, profundizaban sobre la filosofía, las letras, el cine. Siempre quise inscribirme a sus materias, pero cuando llegaba el momento, o se había cerrado el grupo, lo que sucedía a velocidad de la luz, o los horarios coincidían con los de mi trabajo en unomásuno. Para mí, el maestro se convirtió en una asignatura pendiente.
Su presencia, sin embargo, ha sido continua y entrañable, con su obra literaria, sus textos periodísticos, los medios de comunicación donde nos cruzamos, su voz en el mítico programa radiofónico Huellas de la historia, su ética y su estética. Y esa sabiduría suya que transmite con pasión y sencillez asombrosas. En 2020, durante la pandemia, sucedió el milagro cuando inició sus seminarios en línea. Guillermo Arriaga, el escritor y guionista, convocó en Twitter a sus lectores para que se inscribieran: “Paco Prieto fue el mejor maestro que tuve en toda la carrera”.
Así que, mi mala suerte en la Ibero se conjuró felizmente con sus seminarios en línea, agitación del alma y despertador intelectual para cientos de personas que emprendimos con él una especie de viaje hacia la historia de la cultura y el conocimiento, la filosofía, la ciencia, la literatura y el arte, a través de la palabra. Pasamos por los tiempos de las utopías y los de las conciencias cansadas, llegamos al siglo de la depredación y la sociedad del espectáculo, a la irrupción femenina en la literatura; buscamos a Fausto en Silicon Valley y a Don Juan en la vida cotidiana, entendimos que el demagogo es un “empresario de la alteración”, navegamos por las luces y las sombras de la humanidad. Exploramos los caminos hacia la verdad y la belleza… Todo, para entender mejor al mundo y a nosotros mismos.
Paco Prieto nació en La Habana, Cuba, hace 80 años. Muy joven se fue a Francia y a España y en 1957 llegó a vivir a México. Ha publicado unos 25 libros de comunicación, filosofía, teatro, ensayo, novela. Se psicoanalizó a los 16 años y después de mucho pensar se inscribió a una nueva licenciatura abierta por los jesuitas “para locos como tú”, le dijeron. Entró a la Ibero a la entonces llamada carrera de Ciencias y Técnicas de la Información que José Sánchez Villaseñor fundó en 1960 para “someter la técnica al espíritu”. Ahí se hizo maestro y leyenda. Ahí, el sábado pasado nos reunimos cientos de egresados para rendirle un homenaje.
Hablaron Consuelo Sáizar y Alberto Ruy Sánchez de esa “inteligencia apasionada” de Paco, de su vocación por “enseñarnos a pensar” y a leer la vida de una nueva manera, de la poesía y la erudición con la que impregnaba las aulas. De su novela El ruedo de los incautos y de la maestría, en su narrativa, para tejer paradojas: “leer en todo poder, su fragilidad; en toda libertad, una forma de sujeción; en la vejez, una nueva juventud y en la fealdad, una belleza”, como describió el poeta.
Paco platicó sobre su vida con humor y con hondura. Invitó a construir algo a la altura de nuestro tiempo. Abogó por quien, lejos de definirse de izquierdas o derechas, se deja impregnar, se deja tocar, defiende con fervor y con pasión aquello en lo que cree. Y al que se abre, enteramente disponible, a las encrucijadas de la vida, como el personaje de Gide en Los alimentos terrestres.
Ovacionamos con gratitud a Paco Prieto. O hicimos del aplauso, como él diría, “una comunión fraterna por la dicha de participar en ese momento”.
adriana.neneka@gmail.com