Imaginemos que el mundo es una nave. Con una pandemia sin precedentes y 180 países encerrados, ¿a quién le damos el control?, ¿al que ganó el concurso de popularidad?, ¿es confiable? Lo de hoy es la supervivencia humana y para lograrla, advierte Juan José Díaz Infante, necesitamos crear nuevas metáforas. Y esta es una de las suyas.

Después de dos meses de confinamiento, vemos el mundo de otra manera. La naturaleza se expresa de nuevas y múltiples formas, igual que los afectos; las emociones suben y bajan, lo importante cobra volumen y lo banal resulta ridículo. La experiencia es mucho más que un paréntesis y nos falta lenguaje para narrar lo que vivimos, pero hay una pregunta que nos asalta cada día: ¿Queremos retomar la llamada “normalidad” en la que estábamos cuando la pandemia nos tomó por sorpresa?

Al ver la foto de las filas para entrar a Zara en París al inicio del regreso a la vida exterior, nos sentimos casi traicionados. Porque imaginamos que, en una nueva realidad donde el mundo consumista y depredador quedará como parte de un viejo pasado, visitar esa tienda sería la última de las prioridades. Y es que aún prevalece la esperanza de que estamos ante una oportunidad única para salvar al planeta y sobrevivir. Pero tendremos que decirle “no” a la explotación insostenible de los ecosistemas, al discurso que polariza, a la desigualdad que hemos visto en toda su crudeza, a la violencia, la discriminación, la esclavitud y la ambición sin límites.

Entre quienes se niegan a que esa “normalidad” sea nuestro futuro después de la pandemia o a que salgamos del encierro como si nada hubiese pasado, está Juan José Díaz Infante. El artista transdisciplinario, fotógrafo y poeta, creador del proyecto Ulises (primer satélite mexicano con fines artísticos), asegura que sólo la gente con imaginación puede ver el tamaño del colapso y entender que el problema es el sistema y el Covid-19, un síntoma. De ahí que sean artistas y científicos quienes firman el manifiesto “Contra una vuelta a la normalidad” (Le Monde 6/05/20). De ahí que la metáfora más cercana a la pandemia actual sea Contagio, una cinta de ciencia ficción (de Steven Soderbergh con guión de Scott Z. Burns, 2011). Que sea Bill Gates quien advirtió del virus desde 2015. O que leer a Ray Bradbury, Ruy Ascott o Marshall McLuhan nos dé mejores marcos de referencia que todas las conferencias mañaneras y vespertinas juntas. Hoy, afirma Díaz Infante, es el poeta, el artista, el creativo, quien deberá recuperar su lugar sustancial en el organigrama para generar un nuevo paradigma.

Cuando volvamos, el sistema estará diezmado y “sólo el pensamiento científico y la compasión en un contexto de cultura cooperativa podrán dar resultados en esta crisis. Insistir en la forma de pensamiento que la causó, sólo empeorará todo”.

El también curador y experto en nuevas tecnologías expone, vía YouTube: “Gestión cultural en tiempos de Covid 19”, como parte de un semanario permanente. Lo escuchamos, vía streaming, en varios países, cuando asegura que el problema es de ciencia, tecnología, arte y matemáticas, términos que han de redefinirse para trabajar, más que en equipo, en parvada, como aves que vuelan juntas y generan así un ser más grande que la suma de todas.

Habla de la misión del poeta hoy como proveedor de imaginación, nuevas metáforas, ciencia ficción y tejido social. Del artista como fuente de nueva energía y dinamizador de la inspiración en otras personas. Del gobierno como interlocutor y no administrador de cultura. Y asegura que mientras museos y salas públicas sigan cerrados, los contenidos culturales vía celular causarán euforia. Ve una oportunidad para una versión México 2.0 “porque todo lo que generamos desde el punto de vista estético es reconocido mundialmente”.

Se trata de toda una apuesta: “En un mundo de cambios lentos, el artista es un lujo; en uno de cambios rápidos, el artista está en la torre de control”.

adriana.neneka@gmail.com

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