Hoy inicia en México la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible-Mondiacult 2022, que reunirá a 157 ministros de Cultura y más de 500 participantes durante tres días. ¿Qué esperar?

Tuve la suerte de cubrir Mondiacult 1982 en Tlatelolco, considerada un hito en el diseño de políticas culturales. Del archivo, algunas estampas memorables: Jack Lang, ministro de Cultura de Francia llama el primer día a una cruzada contra “el imperialismo de las conciencias” y la dominación cultural. “Convocamos a todos a liberar las fuerzas de la invención para lo imaginario, para la cultura (…) solo habrá reconocimiento económico si renace un pueblo en su campo cultural”. Leonid Brezhnev envía una carta desde la URSS para advertir: “La situación de nuestro planeta es alarmante, el mundo está supersaturado de medios de exterminación masiva. Si no se toman medidas eficientes, el mundo puede ser arrasado hacia un abismo y es por ello que hoy resulta insuficiente hablar de paz, es indispensable actuar para salvaguardarla”. La estrella indiscutible de la reunión es Melina Mercouri, actriz, feminista, ministra de Ciencia y Cultura del gobierno socialista de Grecia, quien exige a Reino Unido la devolución de los mármoles del Partenón a Atenas y abre un gran debate hasta alcanzar consenso en torno a una recomendación de la UNESCO para el retorno de bienes culturales a sus países de origen. México también destaca al aprobarse su proyecto de democratización y descentralización cultural y otro —con un solo voto en contra (de Estados Unidos)— a favor de trabajadores migratorios y su derecho al acceso, en igualdad de circunstancias, a los sistemas de enseñanza, la capacitación profesional, los beneficios culturales y los derechos ciudadanos de los países donde residen, lo mismo que el derecho a la preservación de su cultura.

Hoy, el panorama es otro. En 1982 apenas se asomaba la globalización, el muro de Berlín estaba en pie, los gigantes tecnológicos —Apple, Google, Amazon, Netflix…— y su peso en la cultura, así como la penetración de la telefonía celular, los algoritmos o el streaming existían solamente en los libros de visionarios como McLuhan.

La importancia de Mondiacult 2022 en este nuevo siglo tiene que ver, pues, con esos temas y otros urgentes como: los estragos económicos de la pandemia en las comunidades e industrias creativas y culturales que subsisten en la precariedad; la crisis climática y medioambiental y su relación con las imparables migraciones masivas por un lado, y por el otro, el reto de conciliar el turismo masivo y la voracidad económica con la ética que exige un desarrollo sostenible y la conservación del patrimonio cultural y natural.

Prevalece igual que hace 40 años, el peligro de una guerra de largo alcance debido a la invasión de Rusia a Ucrania que podría escalar al uso de armas nucleares según las amenazas de Putin. ¿Qué tienen qué decir los ministros de cultura al respecto? ¿Qué, de los derechos humanos y culturales de las víctimas? ¿Y de los refugiados?

En varios asuntos la representación de México tendrá el reto de la congruencia. ¿Cómo defender la cultura de paz y al Ejército en las calles al mismo tiempo?, ¿cómo hablar de protección al patrimonio cultural y natural mientras se construyen megaproyectos como el Tren Maya?, ¿cómo hablar de las bondades de la diversidad si no hay respeto a la crítica?, ¿cómo protestar por el saqueo del patrimonio y restarle presupuesto a las instituciones que lo custodian?

El telón para la diplomacia cultural, si la hay, se abre hoy.

adriana.neneka@gmail.com

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