Luego de atravesar los hermosos jardines con sus 53 especies de flora, los 15 tipos de cactáceas, sus 16 xoloitzcuintles… Dolores Olmedo recibía en su casa de Xochimilco al lado de su museo en la ex hacienda La Noria. Una mañana de 1995 me abrió la puerta para una entrevista y conocí el universo de arte que la rodeaba en la vida cotidiana. Tomó asiento flanqueada por dos colmillos de marfil gigantes. Su deseo, plasmado en el Fideicomiso que lleva su nombre, era donar el acervo museístico con la colección más grande del mundo de Diegos y Fridas, pero también esa casa con todos sus tesoros “al pueblo de México”.

“Me fascinan las cosas de arte, mira qué marfiles tengo”. Aquello parecía un museo de arte oriental. Sí, me dijo, “pero voy a dejar mi casa como biblioteca, están catalogados ya 3 mil 500 libros y eso está incluido en el Fideicomiso. El comedor sería sala de lectura, la cocina que es muy grande serviría para despachos, todo eso pienso porque aquí hay cosas muy valiosas”. Señalaba dos enormes leones esculpidos, una pareja de elefantes de marfil, budas de porcelana, un arcón labrado de la Nao de China, las piezas de Bangkok, los muebles que mandó a hacer en Singapur a la medida para su comedor, una diosa china de porcelana, una vitrina con piezas de jade, coral, marfil… En un muro, los capotes bordados de “El Cordobés”, con dedicatoria.

De pronto, otra joya. Era el auténtico trono del último rey chino, el mismo que utilizó Bertolucci en su película El último emperador. Tan impresionante, como el juego de cubiertos de plata que perteneció a Maximiliano y que se exhibía en el museo.

Contrario a su voluntad y a lo establecido en las escrituras notariadas, la casa de la mecenas se desmontó hace unos años para albergar exposiciones temporales. Ignorábamos entonces que en 2016 la familia Philips Olmedo, que heredó la presidencia del Fideicomiso, comenzó a vender, a través de anticuarios en México, marfiles, jarrones y otros tesoros de la casa. ¿Lograrán también su propósito de vender los terrenos de La Noria? Extraña el silencio ¿cómplice? del Banco de México, de la SHCP y del gobierno.

En octubre de 2019, Claudia Sheinbaum tuiteó: “Muchas gracias a Carlos Phillips Olmedo y a su hija Guadalupe por invitarme a conocer la ofrenda dedicada a la Ciudad de México en el museo Dolores Olmedo. Los invito a visitar este extraordinario museo ubicado en Xochimilco”. Hoy, su gobierno ha negociado “una contraprestación” con los herederos y el espacio de 6 mil metros cuadrados para “el nuevo Museo Dolores Olmedo” en el Parque Aztlán de Chapultepec. Se anuncia en YouTube: “Aquí te mostramos el proyecto que Mota-Engil México y Thor Urbana Capital tienen para la que era la Feria (…). Ve qué juegos tendrá y cómo llegará aquí el Museo Olmedo”.

Para doña Lola era una pena que “ni Orozco ni Siqueiros tienen en México el reconocimiento que merecen”. Desde su punto de vista: “Se debe a las familias, los artistas no dejan sus cosas en orden y éstas se venden. De Orozco tenemos cosas, como ese increíble Hidalgo en el Palacio de Gobierno de Guadalajara que es una maravilla, pero lo demás lo ves siempre en subastas o está escondido por ahí y eso es un crimen porque Orozco es un verdadero genio. Siqueiros se hacía más publicidad y aunque dejó un fideicomiso en el Banco de México no fue bien llevado por la familia y acabaron con él. ¡Con esos pintores tan buenos! Por eso yo dejé lo mío bien asegurado”.

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