En el contexto del Tren Maya y solo en la región norte de Quintana Roo existen actualmente más de mil proyectos en construcción, 600 en la Riviera Maya, 400 en Tulum, según la Asociación Mexicana de la Industria Inmobiliaria. En ese entorno, una comunidad local en Playa Paraíso de Playa del Carmen acaba de ganar una pequeña gran batalla contra la voracidad, la corrupción y la ilegalidad y puso a salvo a miles a tortugas marinas amenazadas por un enorme edificio en su zona de anidación.
En mi columna anterior escribí sobre la ilegalidad en la que se levanta un condominio a la orilla del mar y sobre uno de los últimos reductos de anidación de la tortuga marina en Bahía Soliman, Tulum, a pesar de sellos de suspensión y clausura de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y de la falta de una Manifestación de Impacto Ambiental. Al final del texto advertí sobre el peligro que corría otro santuario tortuguero, en Playa Paraíso, por el proyecto de un gran condominio. Esa misma tarde, la comunidad de vecinos del ayuntamiento lograba, luego de meses de lucha, la cancelación definitiva de la obra.
La bióloga Irma Pulido, responsable del Programa de Tortugas Marinas de la comunidad de Playa Paraíso, me escribió: “Hemos ganado una batalla contra la ambición desmedida de aquellos que querían destruir este paraíso por intereses comerciales. Gracias a nuestro amor y pasión, y al apoyo incondicional de quienes creyeron en este sueño, hoy podemos decir con orgullo que este sitio seguirá siendo un hogar para la vida marina por un año más. Esta playa, este santuario, es un testimonio viviente de lo que podemos lograr cuando nos unimos por una causa noble. Cada uno de nosotros ha puesto su corazón y su alma en esta lucha. Hemos enfrentado desafíos, hemos superado obstáculos, y hoy, al ver a estas tortugas dirigirse hacia el océano, sabemos que todo valió la pena”.
Irma, reside en Quintana Roo desde hace 25 años, tiene, junto con su esposo, una asociación ambiental “por gusto propio, le ponemos todo el corazón para que mi hijo de 10 años pueda ver cómo las tortugas llegan a la playa, cuidamos su anidación y luego liberamos a las crías”.
Poco después me envió un video donde es posible apreciar cientos de tortuguitas recién nacidas en su camino hacia el mar, liberadas esa misma noche. Gracias a la hazaña de esta comunidad se salvaron, hasta ahora, 20 nidos con más de 2 mil 222 huevos de tortuga. Y si bien es buena noticia, me comenta que, a estas alturas de la temporada, en 2023 había ya 50 nidos.
“La diferencia es por acciones antropogénicas”.
Un boom inmobiliario que no conoce de desarrollo o turismo sostenible, las construcciones a la orilla del mar, las irregularidades en los permisos y licencias, la complicidad de comercializadoras y autoridades, la opacidad y la lentitud de la burocracia podrían acabar con lo que hace del Caribe mexicano un paraíso.
La abogada Antonella Vázquez, de la asociación civil Defendiendo el Derecho a un Medio Ambiente Sano, que demandó al desarrollador de Adamar en Bahía Soliman, confirma que la misma comercializadora, The Partner Group, tiene siete proyectos más, y uno de ellos, Maiim, de 31 departamentos de lujo, se construye impunemente en zona federal de anidación. Hoy mismo interpondrá un amparo por omisión contra PROFEPA, la FGR y la fiscalía estatal.
No todas las costas del Caribe tienen aliadas como la comunidad de Playa Paraíso, con voluntarios que limpian las costas, cuidan los nidos de noche y protegen a las tortugas recién nacidas en su camino al mar. Pero el ejemplo inspira. Y mucho.