Un camino posible hacia la desmilitarización de la Historia es el rescate de la participación femenina que suele silenciarse detrás del ruido de balas y cañones. En el caso de Francisco Villa, cuya muerte se conmemora el 20 de julio, el reto parece mayor por la carga de testosterona alrededor del personaje en los libros, el cine, las fotos… cuando irrumpe en la memoria Beatriz González Ortega, la mujer que confrontó al Centauro del Norte durante la Toma de Zacatecas. Y salvó cientos de vidas.

Hasta hace muy poco el episodio sobrevivía gracias a la tradición oral. Para algunos historiadores y cronistas locales resultaba fascinante pero dudoso. Hasta que aparecieron los archivos y documentos testimoniales de la época que comprobaron que sí sucedió.

Gracia Molina-Enríquez y Carmen Lugo Hubp la incluyen en su libro Mujeres en la historia. Historias de Mujeres. (Salsipuedes Ediciones, 2009), en el que realizan una revisión de la historia de México a través de la participación femenina. Narran que en 1914 la maestra organizó un puesto de socorros durante la Toma de Zacatecas por la División del Norte. Beatriz González Ortega salió a las calles con sus alumnas a pedir a los vecinos cobijas y catres, medicinas y alimentos para atender a todos los heridos. Los salones de la Escuela Normal, que ella dirigía, se habilitaron como hospital. Cuando Villa le exigió la entrega de federales para fusilarlos, ella le contestó que revolucionarios, civiles o federales, merecían atención médica. El caudillo, enfurecido, se le fue encima y ordenó que la azotaran a latigazos y así lo hicieron en el patio de la escuela los capitanes villistas. Uno de ellos le preguntó: “¿Y qué?, ¿ya se acordó quiénes de sus heridos son soldados federales?” a lo que ella respondió: “Viera que no, los golpes no devuelven la memoria”.

Villa ordena su fusilamiento, pero, impresionado por la dignidad y el valor de la maestra, lo cancela. Hasta aquí la versión de las autoras.

Según documentó la prensa zacatecana en 2017, la exhibición del archivo personal de Beatriz González Ortega ese año sacó a la luz documentos que comprueban que recogió y atendió a heridos durante la sangrienta batalla del 23 de junio de 1914. Además de reconocimientos como estudiante distinguida, fotografías y diplomas salieron a la luz discursos manuscritos fechados el 24 de junio de 1917 que se pronunciaron durante un homenaje en su honor en la Escuela Normal de Zacatecas. Otro documento, firmado por J. Trinidad Luna Enríquez, veterano revolucionario que participó en la lucha armada de 1910 a 1914, describe con detalle el enfrentamiento de la maestra con Villa y un testimonio más, firmado por Roque Estrada, quien sería presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, narra los hechos de manera similar.

En una carta manuscrita fechada el 24 de junio de 1915, la maestra agradece al fotógrafo Eulalio Robles Nava haberle salvado la vida al intervenir ante Villa para frenar su ejecución y la de un médico y un maestro voluntarios.

Pero esta heroína, nacida en Teúl, Zacatecas en 1873, hizo más. Mientras estudiaba por las mañanas en la Normal para Señoritas, por la tarde daba clases a madres de familia sin cobrarles un centavo. También creó la asociación El Ángel del Hogar, desde ahí construyó un asilo para los hijos de las obreras, y en 1910 fue titular de la Cruz Blanca Neutral de su estado. Antes de dirigir la Normal fue maestra de primaria y vicedirectora del Asilo de Niños de Guadalupe. Desde el 12 de junio de 2014 es la primera mujer cuyos restos descansan en el Mausoleo de Personas Ilustres de Zacatecas.

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