Cada vez que miras el retrato de una niña que se busca, con ficha de Alerta Amber, te preguntas si puede medirse la angustia de quien la espera. Compartes su foto y con una sensación de impotencia sigues tu vida. Pero cuando a esa cara le pones un nombre y una historia, entonces ya no puedes olvidarla. Sabes que en México son asesinadas cada mes 25 niñas y jovencitas menores de 17 años. Ahora una de ellas se llama Emi y estaba llena de vida y de futuro.

A las 6:52 de la mañana del 5 de septiembre de 2022 en Apatzingán, Michoacán, Emilia Núñez Valencia, “Emi”, de 14 años, iba hacia la escuela con su mamá, quien manejaba como todos los días. Carmen Valencia lo ha contado, grabado y denunciado una y otra vez en redes sociales, en los medios, en las calles, en mantas y lonas, en las fiscalías, frente a la presidencia municipal que no la recibió nunca. Lo repite una y otra vez. Ese día se le cerraron. Y tres hombres armados rompieron los vidrios del coche para llevarse a la niña. Emi se aferró a ella, gritaba que ¡no!, pero se la arrebataron de los brazos. Apenas unos días antes Emi aparecía en un video en Facebook logrando una increíble canasta de tres puntos durante un juego de basquetbol. Era el último de su vida.

Emi sonriente en las fotos. Con una camiseta que lleva impresa la frase: “be kind”. Emi abrazada de su mamá y de su hermano adolescente. O feliz, a los 12 años, con uniforme nuevo para formar parte de la escolta de su escuela por primera vez. Emi en tercero secundaria. Emi leyendo, escuchando música mientras dibuja o con la cara pintada de colores y de alegría.

El 5 de diciembre, cientos de personas acompañaron a Carmen a una marcha en Apatzingán. Veo el hartazgo colectivo y la indignación comunitaria, porque la madre, destrozada, pero aguerrida, hizo todo lo que tenía que hacer, y nadie de parte del gobierno movió un dedo o le ofreció ayuda, ni siquiera la escucharon las autoridades municipales. En la manifestación, las consignas de siempre: ¡Ni una más! Y el silencio indolente del gobierno. Por eso la rabia y la desesperación. Porque había fotografías de los agresores, con nombre y apellido. En enero por fin detuvieron a uno de los tres involucrados en el secuestro de Emi. Habían pedido un rescate millonario y luego ya no llamaron más.

Después de cinco meses de lucha, plegarias en público y en la intimidad, a principios de febrero se encontraron en un campo, a la intemperie, restos óseos que contienen ADN de Emi.

Y así, 25 historias cada mes en México. Según informe reciente de la Secretaría de Seguridad Pública, presentado por el Instituto Belisario Domínguez en el Senado de la República, cada año, desde 2015, han sido asesinadas 309 niñas. Se trata de más de 2 mil niñas y jovencitas de 2015 a 2022.

Apenas el jueves pasado, Carmen Valencia, con la tristeza encima, posteó, solidaria, en su muro: “Dios permita que regresen a casa sanas y salvas”. Se refería a la desaparición de María Guadalupe Vargas Huerta, de 36 años, y de sus dos hijas, Kimberly, de 12 y Cristal, de 10, que fueron vistas por última vez el 27 de febrero (…) en Apatzingán, Michoacán.

Hoy, 8 de marzo, todas las niñas son ellas y son Emi. Todas las mujeres, Carmen. Y miles más a quienes hay que ponerle nombre, rostro e historia, alzar la voz y no rendirse. Y mucho menos olvidar. Recordemos a Emi con la canción de Bebe Rexha que tanto le gustó desde la primera vez que llegó a sus oídos: Intentan tomar nuestras voces /Intentan elegir por nosotras/ Así que gritamos fuerte, fuerte, fuerte/Y oh, sé que sientes el rayo/ (…) así que aquí vamos…

adriana.neneka@gmail.com