Alrededor del planeta hay 7 mil personas dedicadas a salvaguardar la biodiversidad. Vigilan 15% de la superficie terrestre y el 7% de las aéreas marinas. Preservan bosques, selvas, montañas y océanos; rescatan la fauna silvestre, conservan sitios históricos y culturales. En medio de condiciones cada vez más riesgosas, combaten amenazas naturales y humanas, se enfrentan a los depredadores y detienen la caza y el comercio ilegal de especies. Trabajan de la mano de las comunidades locales para la conservación de ecosistemas y el desarrollo de modos de vida sostenibles. Son mujeres y hombres guardaparques, verdaderos héroes anónimos.
El 31 de julio se celebra el Día Mundial del Guardaparque. Visibilizar los retos que enfrentan implica reconocer datos preocupantes como este: en América Latina y el Caribe hay una sola persona guardaparque para proteger lo equivalente a 50 mil 677 canchas de futbol o 324 kilómetros cuadrados (según RedParques en su Informe Planeta Protegido 2020). O admitir que en México la figura “guardaparque” es inexistente ante la ley.
Si los retos de la profesión son enormes para todos, en la mujer se multiplican. Un ojo al mundo: “Nadie sabe lo que uno se enfrenta allá afuera cuando patrulla”, advierte Anety Milimo, premio Internacional de Guardaparques 2021. Apasionada conservacionista y madre de dos niñas, ha tenido a su cargo el parque nacional más grande de Zambia.
Ella y otras reconocidas guardaparques de diversas regiones del planeta se reúnen por Zoom e intercambian experiencias. Para empezar, las mujeres representan entre el 3% y el 11% del personal guardaparques en el mundo. ¿Por qué? En el nuevo informe que lanzará la Alianza Universal en Apoyo a Guardaparques, cuyo objetivo es delinear los pasos hacia la igualdad de género en esta profesión, destaca el tema cultural. Por un lado, la representación del ranger (guardaparques en inglés) en el imaginario colectivo es la de un macho con pantalón de camuflaje y un arma en la mano, lo que la cultura ha impuesto como contrario a lo femenino, igual que los jeeps, el trabajo duro, la exposición al clima extremo, el ejercicio de autoridad en público… Hay un “extraordinario” nivel de violencia y acoso que va del chiste sexista hasta la intimidación. Otro factor es que en muchas sociedades la mujer ha de escoger entre una vida familiar y una profesional que exige días y meses de patrullaje en el campo. Un dato revelador: son muchos más los guardaparques hombres casados o en pareja, con hijos, que las mujeres.
A pesar de los obstáculos, se reconoce que las guardaparques tienen mayor facilidad para ganarse la confianza de las comunidades y hasta en algunos casos enfrentar la caza furtiva dado que “no somos tan rápidas para movernos hacia la confrontación”, como dice Rizwana Azis, de Paquistán.
Visibilización, liberar tanto a mujeres como a hombres de estereotipos sexistas, medidas de protección contra la violencia de género, políticas públicas que garanticen igualdad y equidad, promoción de nuevos modelos y mayor diversidad en la representación de las personas guardaparques… son algunas de las medidas necesarias. “Y no nos vamos a rendir”, dice Anety.
En la India, comenta Deepali Deoker, las guardaparques son consideradas parte integral de la biodiversidad. Les llaman “Diosas del Bosque”.
Ellas y ellos son guardianes del planeta Tierra, el único que tenemos.
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