Que un jardín gane la batalla es una noticia importante siempre, pero más en tiempos sombríos. En medio de la emergencia climática planetaria y, más cerquita de nosotros, la deforestación de la selva en el sureste de este país y la amenaza de un tramo del Tren Maya sobre cenotes y ríos subterráneos, emerge con vida un espacio verde amenazado en el corazón de la Ciudad de México. Es el Jardín Botánico de Chapultepec.

El megaproyecto presidencial “Chapultepec, Naturaleza y Cultura” fue tema en Palacio Nacional el jueves pasado. A pesar de la ambigüedad del informe que presentó Gabriel Orozco, su coordinador, y de las múltiples dudas que persisten, alguna certeza quedó: el hermoso Jardín Botánico en la Primera Sección del Bosque, que el artista planeaba remover para construir ahí un Pabellón de Arte Contemporáneo, ganó la batalla, permanecerá y será rehabilitado. Es decir, el proyecto arquitectónico de Renzo Piano que hace meses se anunció, está cancelado.

Si el jardín, ese oasis de biodiversidad, silencio y belleza en medio del monstruo urbano —con sus árboles, plantas, polinizadores, aves, mamíferos y hasta ajolotes— será preservado, se debe sobre todo a la presión y al activismo de las organizaciones de la sociedad civil que desde que se anunció el faraónico proyecto en Chapultepec han levantado la voz en su defensa y contra el innecesario afán constructivo en el parque urbano más importante de México. Y, hay que recordarlo, en defensa de todo un entramado democrático que ha funcionado durante 15 años en el manejo del Bosque donde las decisiones se toman entre la ciudadanía, la iniciativa privada y el gobierno a través del Consejo Rector Ciudadano, el Fideicomiso Pro-Bosque de Chapultepec y el gobierno de la Ciudad de México.

¿Qué obtuvo Gabriel Orozco a cambio de su Pabellón de Arte Contemporáneo? El llamado “Pabellón Naturaleza y Cultura”, a realizarse en donde se encuentra el Orquideario con su esplendoroso vitral Art Decó a un costado del Jardín Botánico. Tan confusa la presentación del artista durante “la mañanera”, como la Convocatoria Nacional publicada por la secretaría del Medio Ambiente en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México al día siguiente, el 11 de marzo.

Dirigido a “profesionales, estudiantes, diseñadores, arquitectos, biólogos, ecólogos y artistas”, el concurso, dice la convocatoria, tiene como objeto “construir en la huella de la plancha de concreto existente, en donde está el orquideario (…) un espacio biocultural donde puedan convivir las orquídeas, la naturaleza y las artes contemporáneas”. El Pabellón de 2400 m2, se advierte, “no pretende ser un museo, sino un espacio de exposiciones temporales de naturaleza y cultura”.

En el desarrollo de uno de los proyectos más polémicos y costosos del sexenio (en el que se han invertido hasta hoy 3 mil 876 millones de pesos), hay dudas sobre el nuevo Pabellón: ¿Es lo mismo con otro nombre?, ¿cuánto costará?, ¿qué harán con las orquídeas que hoy habitan ese espacio?, ¿existe un inventario?, ¿quién decidió y a quién se consultó? Que la naturaleza y el arte dialoguen en un lugar así puede ser un acierto, pero falta, como en todo el megaproyecto, más información y transparencia, un plan de manejo, un plan maestro y otras exigencias legales incumplidas hasta hoy. De ahí que hay amparos en puerta.

Por lo pronto, la voz del Frente Ciudadano por la Mejora y Defensa de Chapultepec y la de todas las organizaciones de la sociedad civil que se unieron en defensa del Jardín Botánico se escuchó. Y eso es una buena señal estos días.

adriana.neneka@gmail.com

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