El mar se devoró su territorio y los habitantes de El Bosque, un pueblo pesquero en Tabasco, se convirtieron hace un mes en los primeros desplazados por el cambio climático en este país. Tuvieron que ser realojados en otro sitio. Antes, vimos los desastres que los huracanes han provocado en Acapulco, entre los ejemplos más claros. Los costos materiales, económicos y sociales son evidentes. Es decir, el cambio climático no es sólo un “problema ambiental” y muchas veces nos preguntamos si es posible hacer algo para mitigar los daños y recuperar no solo la esperanza sino la voluntad para hacer un alto en el camino y construir un horizonte mejor para quienes habitamos este país y sus futuras generaciones.

Los cambios en matera ambiental están ocurriendo de manera tan intensa que resulta difícil saber por dónde empezar. Prohibir popotes y plásticos o separar basura está bien pero no es suficiente. ¿Qué hacer? La lista es tan enorme y abrumadora que paraliza. Para evitar esa parálisis, un grupo de personas dedicadas a la ciencia, la academia, integrantes de organizaciones civiles y comunitarias, gente de empresas, funcionarios públicos y ciudadanía comprometida con la agenda ambiental decidió reunirse y escucharse unas a otras, poner en común sus saberes y cuestionarlos, pensar en conjunto sobre lo mínimo que, como nación pluricultural y diversa, deberíamos hacer. El grupo descubrió algo fundamental: que todos querían ayudar, hacer su parte. Que la causa más importante para México es “cuidar nuestra casa biológica y ofrecer un futuro próspero a las nuevas generaciones”.

De las conversaciones, lecturas, experiencias y reflexiones compartidas, sobre qué necesitamos saber como país y cómo conseguir ese cambio de enfoque que dé prioridad a lo más importante, se realizó nun documento con propuestas para que el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 haga de la Sustentabilidad su eje estratégico. Porque el PND es el único instrumento de gobierno que construimos desde y para la ciudadanía, en el que, por mandato constitucional, participan personas y organizaciones sociales, cívicas, académicas, empresariales, grupos de trabajadores y comunidades. En él se establecen las prioridades hacia 2030 y sus resultados e impacto sobre el patrimonio natural deben considerar al menos un horizonte adicional de 20 años.

El documento, “Agua, Biodiversidad y Clima: un ABC para México”, al que me adherí con absoluta convicción y está disponible en línea para quien desee sumarse, considera como mínimo estos tres componentes inseparables a los que hay que atender como sociedad y de manera urgente para enfrentar la emergencia ambiental. Articular los tres temas nos haría menos vulnerables ante lo que viene, como sequías, golpes de calor, huracanes e inundaciones. “Disminuiremos lo que daña al país y al planeta, y eso nos incluye como mexicanos y como especie”.

México alberga el 12% de la biodiversidad conocida del planeta y es, además, centro de origen de 118 cultivos que constituyen el 15% de la alimentación diaria de la humanidad en la Tierra. Eso implica una responsabilidad, un hacerse cargo en colectivo. ¿Seremos capaces?

Como en los ecosistemas, donde especies vegetales, animales y microrganismos construyen un sistema estable y productivo, el momento necesita la participación de todas y todos.

El documento se propone como un punto de partida hacia la discusión alrededor de un Plan Nacional de Desarrollo Sustentable. Puede leerse aquí:

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS