A Berenice Fregoso
con un abrazo solidario
Todavía con la emoción encendida por las marchas multitudinarias del 8 de marzo y por el paro nacional #UnDiaSinNosotras del lunes 9, intento acomodar tantas imágenes, consignas, rabias, canciones, propuestas, denuncias, el grito colectivo… las mil y una maneras de protestar y exigir juntas “¡ya basta de feminicidios!” el domingo; y luego desaparecer del todo por un día, el lunes.
Muchas cosas suceden por primera vez estos días. Si bien es la energía de las jóvenes feministas la que nos lleva a las calles y luego al silencio colectivo 24 horas, la participación es multigeneracional. Desde la mujer de 100 años que acude a la marcha en silla de ruedas con un cartel que dice “Lo que no tuve para mí, lo quiero para ustedes” hasta madres, hermanas, amigas, tías y niñas pequeñas que marchan, corean consignas y dan entrevistas a los medios, porque quieren vivir en libertad y sin miedo a la violencia de género. Y se expresan con una claridad asombrosa.
Mientras en la Ciudad de México las jacarandas acompañan a las 100 mil mujeres que se apoderan de la calle, como miles más lo hacen en Durango, Veracruz, Hidalgo, Morelia, Tuxtla, Querétaro…, el domingo me encuentro en Oaxaca donde cientos elevan la voz. Luego de la primera de las dos marchas del día 8 en esta ciudad, mujeres de todos los rincones del estado se reúnen bajo un toldo verde en donde destaca una manta que dice: “Acordamos seguir vivas”. Ahí mismo, en pleno jardín central, mientras se escucha la voz de una señora al micrófono que advierte: “No venimos a este mundo a cumplir expectativas de nadie” y “Queremos de los hombres seres inteligentes emocionalmente”, un tendedero grita en silencio las consignas: “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”, “Las mujeres queremos ser respetadas y escuchadas”, “Alto a la violencia de mujeres y niñas”, “720 mujeres desaparecidas en el gobierno de Murat. ¡Las estamos buscando!”, “Ser mujer es sinónimo de lucha”, “La noche y las calles son nuestro derecho”, “Las mujeres queremos una vida sin violencia”, “405 feminicidios en el gobierno de Alejandro Murat. ¡Ni una más!”, “¿Sabías que Oaxaca es el tercer lugar a nivel nacional en feminicidios?”.
El “tendedero”, esa forma del arte conceptual que inauguró Mónica Mayer desde 1978 y que se ha convertido en un soporte genial de denuncia contra el acoso y la violencia de género, es también una forma de hacer de lo personal algo político. Como se puede ver en el Museo Textil de Oaxaca. Del corazón al hilo es una instalación—tendedero que invita al visitante a expresarse a través del hilo, la aguja y la pintura, a partir de la pregunta: “¿Cuándo fue la última vez que dijiste algo mientras sentías que se formaba un nudo en la garganta?” Me conmueven decenas de trozos de tela bordados o pintados donde leo: “Mami. Ni una menos”, “No estás sola un arcoíris te abraza”, “Que la vida me alcance para verte florecer” o “Con mi voz gritaré por ti que fuiste silenciada”.
El lunes 9 abordamos el vuelo de regreso a la Ciudad de México. Nos sorprende una azafata de Aeroméxico al micrófono. Conscientes, dice, de los feminicidios, las violencias y la desigualdad que vivimos las mujeres “nos unimos al movimiento #UnDíaSinNosotras. Como muestra de nuestra solidaridad, no brindaremos el servicio de alimentos y bebidas en este vuelo. Nos sumamos (…) portando un distintivo que simboliza nuestro sentir como sobrecargos”. Aplausos. Le pido copia de su mensaje porque no alcancé a grabar el principio. Al final del vuelo me dice que “el sindicato no autorizó” que me lo diera. Y pienso en el largo trayecto que aún queda por trabajar. Está claro que hay que aprender de las jóvenes para buscar explicaciones a lo que no entendemos y nuevos vocabularios que nos alumbren, para tomar aliento y abrazarnos, crear redes de sororidad y apoyo, dar la lucha todos los días y en todos los frentes por la justicia y la libertad.
El 2020 se recordará siempre como el año del 8M y el 9M, cuando las jacarandas se adelantaron para llegar a tiempo con la historia.
adriana.neneka@gmail.com