Gracias a Irene Vallejo, que lo compartió en redes, leo un poema que hago mío en el instante: “No sabrás lo que es la bondad/ si no has perdido nada antes, /si no has sentido el futuro disolverse,/ como sal en un caldo frágil”.

Busco la versión completa del poema que escribió Naomi Shihab Nye, de padre palestino y madre estadounidense: “Aquello que sostenías en tu mano,/ aquello que guardabas y contabas tan cuidadosamente,/ todo esto debe perderse para que sepas/ lo desolado que puede ser el paisaje/ entre las regiones de la bondad”.

Esta es una pequeña historia personal:

Sucede el viernes pasado. Desde el miércoles estoy en Palenque. Viajo para recordar el descubrimiento de la Reina Roja hace 30 años. Para imaginar que respiro el cinabrio en la cripta funeraria del Templo XIII donde la madrugada del 1 de junio de 1994 se abrió el sarcófago. Para encontrarme con el pasado milenario cuando Pakal y Tz’ak-bu’Ajaw gobernaban el sitio. Y para recorrer de nuevo la ciudad prehispánica con Fanny López Jiménez, la arqueóloga que dio con la puerta secreta que desembocó en la tumba.

Subimos por la ruta ecológica y vuelve a deslumbrarnos Palenque en época de lluvias. Pero qué distinto se documenta hoy la belleza. Hace 30 años ascendía con una cámara al cuello, grabadora y casets… Ahora guardo todo en un objeto del tamaño de la palma de mi mano.

Los custodios y guías de turistas se emocionan: “¡Arqueóloga!” Bajo una ceiba, Fanny lee en voz alta el discurso que pronunció al recibir hace unos días la Medalla Rosario Castellanos. Cae la tarde. Cenamos en un restaurante y pedimos un taxi. Nos anuncia el mesero: “Viene el número 80 por ustedes”.

Al día siguiente, el mismo taxi, que ahora conduce José Manuel Pérez Jiménez, me lleva a la central de ADO. Al entrar, en un segundo, siento que la magia se evapora al descubrir que el celular no está en mi mochila. Con él pierdo el boleto virtual del autobús que me llevará al aeropuerto de Villahermosa, el pase de abordar del vuelo de regreso a la Ciudad de México, todas las entrevistas, las fotos y videos en Palenque…

Salgo a la calle. Les pregunto a los taxistas estacionados ahí, con súplica en el rostro, si conocen al que me dejó hace unos minutos, mi esperanza está en su coche. Varios marcan a mi celular, pero no hay respuesta. “¿Recuerda el número de la unidad?”, me pregunta uno de ellos. “¡Sí, es el 80!” Y me apura: “¡Súbase, ese taxi es del sitio Santo Domingo, la llevo a la base en el Centro de Palenque!” Se llama Carlos Abreu y en el camino inquiere: “¿Qué no resguardó su trabajo?” Había pensado hacerlo, con calma, en el aeropuerto. El tráfico es intenso. No hay donde estacionarse y se detiene a media calle. “Aquí es”, indica, y dejamos su auto con todo y mi maleta dentro.

Entramos a un edificio abandonado, vacíos todos sus locales. Subimos dos pisos y de pronto encontramos un diminuto local donde nos atiende una jovencita. Ella le llama al “80”, que, me dicen en una clave, “no está en su unidad y ya hizo otro servicio”. Minutos eternos después, la escucho: “Sí, aquí tengo a 52…” Me traduce Abreu: “Esa es usted”. José Manuel llega a la base y me entrega el celular que se quedó atorado en el asiento. Aliviada, busco palabras de gratitud.

Ya no hay autobús que me lleve a tiempo, pero Carlos Abreu, “el 7854”, me lleva al aeropuerto. Me rescató en la estación, me acompañó hasta la base de sitio, luego a Villahermosa… En medio de este México inseguro, él y José Manuel me cambiaron el horizonte.

Leo a Naomi Shihab: “Solo la bondad eleva su cabeza entre la multitud del mundo/ para decir ‘es a mí a quien estabas buscando’”.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS