La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República sí transformó algo, pero nada que ver con la política pública, ni con el bienestar de los mexicanos, ni con el desarrollo del país. Lo que está a la vista de todos es cómo se transformó la memoria del mandatario y, también, la de la mayoría de sus seguidores y ahora colaboradores.

Al desnudo ha quedado que las causas que decían encabezar eran solo el pretexto para hacerse del poder y del dinero de los mexicanos.

¿Primero los pobres? ¡No! Primero sus hijos y parientes. Han demostrado que lo suyo, lo suyo, son las “casas prestadas”, los jugosos contratos o los prestanombres para justificar sus inmuebles y hacer evidente el tráfico de influencias.

¿No robar? ¡Si fue lo primero que llegaron a hacer! Es patético observar que tuvieron, incluso, la desfachatez de crear una institución “para devolverle al pueblo lo robado”, pero como ellos se sienten la representación divina del pueblo, pues entonces todo lo recuperado se queda en sus manos. ¿En dónde quedó el gobierno que dice ser el más transparente? Si las adjudicaciones directas, no son más que el vehículo para justificar las “aportaciones voluntarias” a un movimiento, que tiene como propósito mantenerse en el poder a costa de lo que sea.

¿No mentir? ¡Lo hacen todo el tiempo, a todas horas, en todos los temas! Y lo peor, ¡todavía tienen el cinismo de negarlo, a pesar de las evidencias de sobres amarillos, diezmos, contratos a los amigos de sus hijos, viaje todo pagado del general y su familia, por mencionar sólo algunas!

Y así como hicieron el famoso instituto que no devuelve lo robado, se dan el lujo, ante tantas carencias, de destinar recursos públicos a una sección matutina, todos los miércoles, para, según ellos, denunciar la crítica periodística al abusivo ejercicio gubernamental, producto de la imaginación pública y parte de una campaña para lastimar a “su honesto gobierno”. "Quién es quién en las mentiras" en realidad debería llamarse “más de cien mentiras”.

Pero parece que los cuatroteístas perdieron la memoria y también se les olvidó que la historia registra lo que somos y cómo actuamos. Ahí están sus pronunciamientos, sus mensajes en redes sociales, fotos, videos y un largo etcétera que los describe de cuerpo completo: incongruentes, mentirosos y manipuladores. Podría decirse que han traicionado hasta sus principios, pero en realidad nunca los tuvieron, siempre fueron una farsa, cómplices de la perversidad para hacerse de puestos y presupuestos públicos.

Por lo anterior, me parece importante que le podamos responder al presidente de México lo que siempre cuestiona y que, además, repiten sin razonar sus personeros: dónde estaban cuando...:

  • Las madres de los desaparecidos buscaban a sus hijos y la violencia se los arrebató. Ahí estaban denunciando a los gobiernos anteriores, evidenciando las fallas gubernamentales, exigiendo justicia, sí, esa que no ha llegado, mientras un candidato indolente les prometía que todo sería distinto si lo apoyaban y sí que fue distinto. Antes, lograron una Ley General de Desaparición Forzada y una Comisión Nacional de Búsqueda, hoy, sólo tienen el rechazo y el olvido del gobierno, los asesinatos de muchas de ellas que quedarán en la impunidad y la decepción de haber sido solo un instrumento electoral.
  • Las asociaciones que investigaban los actos de corrupción. Ahí estaban evidenciando las triangulaciones de recursos públicos en temas como la estafa maestra, los conflictos de interés como la casa blanca y el enriquecimiento de diversos servidores públicos federales, estatales y municipales, que usaron los recursos públicos como propios y muchos de ellos ahora que forman parte de la 4ta, se purificaron. De pronto todo se olvidó y se volvieron “honestos”. Estos grupos siguen investigando, pero ahora con todo el poder del gobierno que los persigue y que les niega información, con la descalificación diaria de quienes decían ser diferentes, pero en realidad son los mismos.
  • Los grupos y colectivos de mujeres se manifestaban contra la violencia, que exigían la igualdad de derechos en todos los ámbitos, mejores condiciones de vida, se enfrentaban al poder y avanzaban poco a poco en la creación de leyes e instituciones para la protección de las más vulnerables. ¿Qué cambió? Se destruyeron avances, se arrinconaron trayectorias, se aumentaron las muertas y se impulsa, desde el gobierno, a personajes contra los que ellas lucharon todo el tiempo: los acusados de acoso, violación, maltrato y machismo.

¡Cuántos ejemplos más necesitamos para entender que los luchadores sociales, los activistas, los periodistas, los defensores de derechos humanos, los pequeños y medianos empresarios, las mujeres, los científicos, los artistas, los jóvenes aspiracionistas y un largo etcétera, estuvieron siempre en pie de lucha, en la denuncia constante, en el señalamiento con evidencia sobre lo que debía cambiar y gracias a ello, hoy López Obrador puede vivir en un palacio, aunque no gobierne!

Las preguntas las debemos hacer los mexicanos: ¿dónde está el hombre que decía saber cómo resolver los problemas e iba a serenar al país? ¿Dónde está el adalid que acabaría con la corrupción? ¿Dónde está el candidato de las promesas y las causas? Y la respuesta es simple: traicionando a todos aquellos que creyeron en él y confirmando su mezquindad a todos los que ya sabíamos quién era: una persona con aires de mesías y un peligro para México.

Política y activista

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