Concluyó la primera etapa del proceso para elegir a quien representará el Frente Amplio por México en la que cuatro aspirantes con perfiles diametralmente opuestos cumplieron los requisitos de juntar como mínimo 150 mil firmas de apoyo en al menos 17 Estados: Xochitl Gálvez, Beatriz Paredes, Santiago Creel y Enrique de la Madrid.

En principio, celebro que sean dos mujeres quienes lograron obtener el mayor número de apoyos a este proyecto y que lograron despertar el interés de los mexicanos rumbo al proceso electoral de 2024, pues es fundamental dar un cambio de timón en el rumbo de México. No cabe duda de que, ante el retroceso en política pública para las mujeres durante el gobierno de MORENA, la participación de ambas significa recuperar la esperanza de que su llegada hará finalmente la diferencia.

Por supuesto que esto no disminuye el valor de la participación de Creel y De la Madrid, quienes cuentan con las credenciales necesarias para complementar el trabajo en equipo que se requiere para enfrentar las elecciones de Estado que se avecinan.

Sin embargo y a pesar de que estamos dando pasos adelante con el Frente Amplio por México (FAM), no se deben echar las campanas al vuelo. Ahora es el momento de poner atención a las voces críticas que señalan que aún hay cosas que corregir, si lo que queremos es que los mexicanos nos depositen su confianza en las urnas en junio del próximo año.

Un grave error sería actuar igual que lo hacen los miembros de mal llamada transformación, ignorando los problemas bajo la consigna de que todo va bien. No se puede ignorar la posición de los aspirantes del PRD, pues para lograr el objetivo se requiere de todos, el reto es sumar y multiplicar, el Comité del FAM debe aclarar todas y cada una de las dudas a quienes genuinamente reclaman su derecho democrático de la transparencia en el proceso.

Hace poco más de diez años, quien fuera mi coordinador parlamentario en la LX Legislatura y también mi compañero senador en las LXII y LXIII Legislaturas, Héctor Larios Córdoba, me dijo, luego de que perdiera la elección a gobernadora en mi querido Tlaxcala, que debía darle la vuelta a la página y comprender que los triunfos electorales dependen también de las circunstancias y cómo las enfrentamos. Con el tiempo y con las lecciones de vida que mi trabajo político me ha permitido tener, comprendo perfectamente a lo que se refería.

Hoy, esas circunstancias son favorables para el FAM y, al margen de mi simpatía personal, estoy convencida de que lo son especialmente para una de sus aspirantes: Xóchitl Gálvez Ruiz. Me explico:

  • Aunque ya muchos analistas han abordado sobre su perfil personal, su historia de vida y su trabajo en el ámbito público y profesional, me parece importante destacar que algunas de las batallas que encabezó, le permitieron ampliar “su bocina pública”, lo que hizo que miles de mexicanos se identificaran con ella y la adoptaran como propia.
  • La debilidad institucional de los partidos políticos -que debiera ser un punto para debatir con urgencia- ocasionó que miles de ciudadanos emergieran en la agenda pública para exigir el respeto a las instituciones y, con ello, también el respeto a sus derechos conseguidos durante décadas de lucha. Esa energía busca una representación genuina que canalice sus demandas y haga suyos sus problemas. Que mejor que sea alguien que los entusiasme.
  • La narrativa del gobierno federal que consiste en mantener dividido al país en dos requiere, como respuesta, el mensaje de que es posible una solución distinta a los problemas que nos acechan como Nación y que el presidente López Obrador no tiene el monopolio de esas causas y, más aún, que hay quienes, en carne propia, han podido superar los obstáculos que impiden a los mexicanos tener mejor calidad de vida.
  • Los resultados del gobierno federal y de los gobiernos morenistas estatales, son, además de pobres, una gran decepción para quienes esperaban mucho más de quien llegó con un gran respaldo popular y que desperdició, por su enorme egolatría, ambición personal y de su grupo, que acabó por convertirse en la peor administración de las últimas décadas. Y así a eso le añadimos la tibieza de las dirigencias opositoras, un perfil que enfrenta al tabasqueño sin titubeos y con firmeza, se hace necesario.

Por supuesto que podríamos aumentar la lista de temas que hacen posible que la legisladora hidalguense, además de encabezar el FAM, consolide su candidatura y el triunfo electoral en las urnas. Sin embargo, para lograrlo, es fundamental entender que hay otros factores que no deben desdeñarse: una candidatura que emane de un método democrático con enormes ingredientes ciudadanos requiere, además del acompañamiento, de una buena organización institucional representada especialmente por las militancias de a pie, siempre dispuestas a trabajar por México y que han logrado, a pesar de los errores de sus dirigentes, mantener a sus partidos.

Las circunstancias serán favorables si sociedad y partidos van juntos, sin simulaciones ni desdenes. La fuerza de una candidatura debe estar acompañada por la experiencia de las instituciones.

Los partidos no pueden negar la fuerza orgánica de una aspirante carismática e inteligente, pero tampoco se puede negar la vocación de quienes hacen trabajo partidista y han permitido tener una base sólida que sirve de vehículo a la participación ciudadana.

En resumen, hoy estamos ante la gran oportunidad de cambiar el rumbo del país, pero debemos hacerlo en conjunto, partidos y ciudadanos, personas e instituciones, carisma y proyecto, y quien encabece esa oportunidad, debe ser capaz de cerrar todas las heridas que en el camino se fueron generando, voluntaria o involuntariamente, porque entre menos lesionados dejemos en el camino, el FAM estará más cerca de construir un Porvenir mejor para México.

Política y activista

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