Escuché la entrevista que realizó Ciro Gómez Leyva al dirigente nacional de nuestro partido, por la controversia que se generó -al interior y al exterior- al afirmar que sólo tenemos posibilidad de triunfar en una de las 6 gubernaturas que se disputarán en el 2022. Vaya palabras para anticipar derrotas.
Además de Aguascalientes, Acción Nacional también gobierna Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, estados en los que se someterá a consideración de los electores el trabajo realizado.
Hace falta más que una falsa gallardía para que la dirigencia nacional haga señalamientos sobre los ”reproches políticos” de quienes -según sus dichos- "se frotan las manos para que al PAN le vaya mal en las elecciones". Éste no es un asunto de crisis interna, no son pleitos internos, no son rencillas caseras, los partidos debemos dar cuenta a la sociedad de lo que somos. Me parece que el problema no es de división, sino de visiones diferentes sobre la forma de enfrentar los retos partidistas y no es con la 'resignación adelantada" como debemos esperar lo que viene para los próximos procesos electorales. Ningún panista en ningún rincón del país jamás le apostaría a la derrota del partido, porque hacerlo sería tanto como apostarle a la derrota de México.
Es claro que cada persona tiene una manera específica de atender, dar cauce a las responsabilidades que le obligan los planes y programas de su plataforma y, llegado el momento, precisamente rendir cuentas sobre sus actos y omisiones.
Quizá lo preocupante sea el que la dirigencia nacional imite la estrategia morenista de polarizar, repartir culpas por errores propios, en lugar de dar respuesta a los graves problemas nacionales, que éstos sí son los verdaderos enemigos: la inseguridad, el desempleo, la falta de atención a la salud pública y el desabasto de medicamentos, los altos índices de inflación, entre otros más. El ejemplo más reciente está en lo patético que resultó ver cómo aprovechó el líder del partido oficial la derrota anticipada del PAN para desviar la atención sobre los severos cuestionamientos de algunos de sus liderazgos. Sería mejor que se dedicara a rendir cuentas a los miembros de su organización sobre cómo no han podido extirpar el mal de la corrupción ni aminorar la ineludible desesperanza que se expande por todo México.
Hoy, la dirigencia panista no está para administrar derrotas, ni sembrar pesimismo ni resignación, ni mucho menos propiciar la confrontación interna, porque el adversario no está dentro de nuestro instituto político. Estoy segura que quienes apostaron por ella, no lo hicieron para verse rendidos antes de tiempo o ver a su dirigente con los brazos caídos y dejar el campo libre al partido oficial y sus aliados.
Al margen de las irregularidades que se presentaron en el proceso interno para su renovación, eran evidentes las condiciones del partido para enfrentarse a una maquinaria electorera, basada en el lucro de la pobreza mientras el país y sus instituciones se caen a pedazos. Por cierto, el líder nacional del PAN ha tenido que lidiar con esta realidad desde hace 3 años. Para él no es nuevo.
Esta dirigencia está obligada, eso sí, a presentar una estrategia político-electoral, estructurada, objetiva y triunfadora para 2022, 2023 y 2024. Sus esfuerzos deben enfocarse a informar, capacitar y organizar a las y los militantes -con o sin credencial- y convocar a un frente azul en las entidades con proceso electoral para evitar la continua debacle nacional. Pero lo más importante es que los ciudadanos todos, de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, en pleno ejercicio de sus libertades, sin coacciones ni presiones, participen para no permitir que desde el centro se tomen las decisiones de lo que es mejor para sus estados.
Vale la pena recordar que dentro hay miles de voluntades dispuestas a trabajar por Acción Nacional. Muchos lo hemos hecho por años y estamos dispuestos a demostrar que el PAN es la mejor opción para todos los que buscan mejorar sus condiciones de vida.
Reitero, no es división interna, es visión ante los retos futuros. La visión con la que buscaremos mover las almas, llamar a las conciencias y demostrar que no hay derrotas anticipadas.