Los últimos días del año regularmente obligan a hacer un balance de lo ocurrido durante los 12 meses anteriores, y en este proceso, es triste ver las condiciones en las que México se encuentra hoy. Todo indica que en lugar de avanzar, esta administración nos ha llevado, a través de la máquina del tiempo, a los años 70, en los que las promesas presidenciales auguraban mejorar la calidad de vida de los mexicanos . De hecho, el llamado a "prepararnos para administrar la abundancia" fue solo una ilusión que se rompió con las malas decisiones en materia económica, que echaron abajo eso de “defender el peso como un perro” ante el colapso de nuestra moneda.

Aunque las circunstancias son similares y hay semejanzas discursivas, no podemos engañarnos: en lugar de hablar de López Portillo, tenemos la nueva versión de un López Obrador , que ante la cantidad de problemas que tiene el país, ha optado por construir una narrativa que sólo convence a sus fanáticos, porque la mayoría de la población, cada vez más más golpeada, exige el cumplimiento de sus promesas de campaña.

Muchos nos preguntamos por qué si antes que estábamos tan mal, la inflación no se había incrementado al 7%, y si no se controla, podría superar los dos dígitos (se paga más por el jitomate, la tortilla, el huevo y se llevan menos productos a los hogares... tenemos claro que, en este gobierno, la canasta básica es más cara. ¿Dónde quedó aquello de regresar al Ejército a los cuarteles? ¿Qué pasó con el compromiso de acabar con la corrupción, cuando es inocultable que hermanos, familiares e inclusive los hijos del presidente están involucrados en las corruptelas electorales y tráfico de influencias ? ¿Y la educación de calidad?

Tampoco se ha garantizado que la población camine por las calles sin temor a ser asaltada, secuestrada o hasta asesinada. No han bajado los índices de inseguridad, los homicidios son escandalosos, la continua justificación ante las miles de mujeres que son violentadas, y un largo etcétera que, a la mitad de este sexenio, da cuenta de la aplicación selectiva de la justicia, en donde los criminales tienen carta abierta, a diferencia de las figuras políticas que padecen el ajuste de cuentas. Los instrumentos del Estado están al servicio de la venganza política para ex funcionarios, funcionarios, periodistas, académicos o toda persona que se permita disentir. Los enemigos públicos de la sociedad no son los enemigos de este gobierno.

Nunca como ahora, el cuidado de la salud se volvió un tema tan preocupante. De todos es conocido el problema nacional, después de la cancelación del Seguro Popular , que padecen quienes se atienden en clínicas y hospitales del sector público: sin medicamentos, sin tratamientos, ni siquiera posibilidad de realizarse estudios especializados. El caso más traumático es el de las madres y los padres de niñas y niños con cáncer, que aunque por derecho les corresponda, no tienen acceso a sus quimioterapias, lo cual no sólo ha deteriorado su calidad de vida, sino que se han incrementado los decesos infantiles por esta grave omisión del gobierno. Lo cierto es que la realidad en datos alcanzó al presidente y en noviembre pasado apenas reconoció la falla de su gobierno, a lo que aseguró "me dejo de llamar Andrés Manuel si no se consiguen los medicamentos... No podemos dormir tranquilos si no hay medicamentos para atender enfermos".

En unos días, terminará este 2021 sin tener ese sistema de salud tan anunciado. Seguramente, el inquilino de Palacio Nacional sigue sin dormir y ahora tendrá una nueva preocupación: cambiarse el nombre. Que no se preocupe, su nuevo nombre puede ser José Andrés López … ¿Portillo? para gusto de las remembranzas históricas.

Es innegable la habilidad presidencial para desarrollar una narrativa cotidiana que le ha permitido establecer sus puntos de vista para definir “su realidad”. Baste recordar su “ me canso ganso ”, para dejar claro en sus dichos, que sólo en sus manos está el poder, o el recurrente “yo tengo otros datos”, para justificar lo injustificable. Siempre tiene un as bajo la manga para avanzar en sus obsesiones electorales, que incitan a la confrontación permanente y la descalificación de todo aquel que no se somete a su voluntad, incluidos los de la casa morenista.

De nada sirve la propaganda oficial ante el deterioro de la calidad de vida, la destrucción de las instituciones y la imposición de mentiras, porque los problemas siguen vigentes. No es cierto que después de tres años disminuyó la inseguridad, ni que bajaron los precios ni de las mercancías ni de la gasolina, ni tenemos mejores servicios públicos. Quien lo afirme, se engaña. Ni siquiera estamos con una estrategia de transformación .

Acabará este año con señales claras de la inexistencia de un verdadero plan de gobierno. Ante ello, tenemos que entender que en una democracia todos contamos, que el Estado de Derecho fortalece la vida institucional y no debe dar cabida a la exaltación de nuevos caudillos, que la prioridad debe ser sustituir la política electoral por política pública.

El reto que tenemos enfrente es movilizar las almas. Acción Nacional es la opción para reconstruir el camino. Estamos obligados a ser sensibles a las legítimas demandas de los ciudadanos que hoy no sólo no se sienten representados, sino que se sienten utilizados por las fuerzas políticas que sólo quieren alcanzar puestos y presupuestos a beneficio de grupos, muy alejados del bien común.

Se ha pronosticado una lluvia de estrellas para los primeros días de enero. Deseo para todos ustedes que esto se traduzca en amor, armonía y abundancia. Feliz y próspero 2022 .

Activista 

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