Las redes sociales de los voceros del oficialismo se llenaron de júbilo -generalmente así lo hacen- cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, en sus conferencias matutinas, arremete contra las voces críticas y escupe descalificaciones para quienes denuncian abusos del poder. Eso no es nuevo.
Así lo hicieron al “magnificar” los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 que hace unos días publicó el INEGI. Festejaron el aumento de hogares que reciben programas sociales, pero como se ha hecho costumbre, la información difundida por los oficialistas tiene un gran sesgo.
La encuesta confirma, desgraciadamente, que “primero los pobres” es, para el inquilino de Palacio Nacional, solo un lema de campaña y una narrativa exitosa que le deja dividendos electorales, dignos sólo de quien ha perdido todos los escrúpulos para gobernar. Los datos oficiales descubren una realidad que no debería alegrarnos:
1. Los hogares más pobres reciben menos programas sociales que en sexenios anteriores y sí, son los hogares “ricos” los más beneficiados de este gobierno.
2. El ingreso disminuyó significativamente en los estados de la República que tienen índices de mayor pobreza, entre ellos, Guerrero, Tabasco y Zacatecas. Las cifras presentadas reafirman que la estrategia de pacificar al país, atendiendo las causas que generan la violencia, es solo un mito, la violencia se ha disparado, prácticamente en todo el país.
3. Los mexicanos están gastando al menos 30 por ciento más en salud, lo que corrobora el fracaso del gobierno en este rubro, ¿Dinamarca o Cuba?.
En pocas palabras, todo parece indicar que el presidente quiere a los mexicanos, más pobres y además, enfermos.
Estoy segura que esta administración conoce perfectamente esta información y también sabe que un gran sector de la población lo entiende y no está dispuesto a permitir que sigan los abusos de los cuatroteístas.
Por eso es que el tabasqueño se muestra cada día más enojado y empeñado en reiterar su papel de jefe de campaña de su partido y atacar, sin piedad, a quienes se atreven a enfrentarlo para la contienda electoral de 2024.
Su blanco de ataque es ahora Xóchitl Gálvez, por el simple hecho de que la irrupción de la senadora en el panorama electoral, debido a su origen y superación, pone fin a la narrativa de López Obrador y muestra como se le cayó el disfraz que usó durante años, solo para interpretar a un personaje político creado por ambiciosos propagandistas que, sin recato alguno, usaron la mentira como arma. Ya los hechos están a la vista de todos los mexicanos.
El tabasqueño ha hablado todo el tiempo a nombre de los pobres, dijo conocerlos, entenderlos y representarlos. Sin embargo, su llegada al gobierno desnudó sus verdaderas intenciones:
Como los pobres para él son solo “una estrategia política” para ganar votos, se esfuerza todos los días por aumentarlos.
Los pobres fueron los que pagaron el costo de las inundaciones en Tabasco y son los pobres los que hoy sufren
las consecuencias del aumento de la canasta básica, la leche, el frijol, el pan y la carne, que incrementaron sus costos en al menos 50 por ciento.
Fueron los pobres los que se quedaron sin el seguro popular; fue a los pobres a quienes les quitó los comedores comunitarios y son los pobres que viajan en transporte público, los que padecen asaltos; ellos también son los que se enfrentan a la muerte por los actos de corrupción de los morenistas, cuando el metro colapsa o el mantenimiento a los hospitales no se realiza.
Son las mujeres con menos recursos las que deben caminar por las calles a riesgo de ser violadas, desaparecidas o asesinadas; son las mujeres pobres las que más sufrieron por la eliminación de las estancias infantiles.
Son los migrantes más pobres los que padecen el azote de la delincuencia organizada y pierden la vida por la indolencia e irresponsabilidad del gobierno.
En resumen, al presidente no le importa resolver los problemas de quienes viven en pobreza, lamentablemente son el “adorno discursivo” necesario para insistir en que “su transformación” es necesaria.
Por eso es que la llegada de una mujer como Xóchitl lo tiene desquiciado. Su presencia en la contienda hace más evidente la farsa política del que habita en Palacio Nacional.
Es ahora la hidalguense quien cuenta su propia historia y con ella, la de miles de mexicanos que no están dispuestos a que nadie hable por ellos y menos que tomen decisiones bajo la premisa de que no deben aspirar a nada más y conformarse con lo que, desde el poder, dicen se les regala.
López Obrador es un suplantador de historias, las comercializa y obtiene jugosas ganancias electorales, acompañadas de negocios para él, para su familia y para los suyos. No debemos permitir que esto continúe.
Nadie niega el diagnóstico de lo difícil que es convivir con el clasismo, la discriminación y la desigualdad, pero nunca hemos compartido los métodos del originario de Macuspana, que sistemáticamente engaña a los mexicanos y pretende romantizar la pobreza que nos mantiene con las alas rotas.
Y no, esto no tiene que ver con izquierdas o derechas, como pretende hacernos creer, no debemos caer en su juego. Decía Carlos Castillo Peraza:
“Cuando un gobierno quiere acabar con un pueblo, lo primero que hace es falsificarle la historia, porque sin memoria común, no hay pueblo”.
Por eso te invito a ser el protagonista de tu propia historia. No permitas que la mentira permanente de López Obrador defina el destino de México.