Desde hace algunas semanas, la gobernadora de Campeche ha estado difundiendo diversos audios sobre el dirigente nacional del PRI y también ex gobernador Alejandro Moreno. El propósito, como buena aprendiz del presidente de la República, es denostar a sus adversarios, desacreditar a los personajes que dirigen la política nacional de los partidos políticos de oposición.
No debiera ponerse en duda que los actos ilícitos que al menos se evidencian en estas filtraciones deben investigarse y, en su caso, sancionarse por las autoridades correspondientes, como también debe investigarse y sancionarse la conducta de esta gobernadora que, a todas luces, viola el Estado de Derecho y la legalidad.
La forma en la que actúa muestra que su finalidad no es la justicia, sino que es el instrumento del inquilino de Palacio Nacional para intimidar, presionar y extorsionar al dirigente del tricolor, luego de lo que se supone un incumplimiento de acuerdos entre López Obrador y Alito Moreno, cuando éste último hace pública su conversación con Manuel Velasco, emisario del segundo al mando del gobierno federal.
Ante lo que sucede con el dirigente del PRI, una de las lecciones que debemos aprender en la oposición es no acordar con quien pactó su llegada a la dirigencia nacional de su partido -como ha sido señalado por sus compañeros priistas-, con lo que se pone en riesgo no solo una alianza electoral, sino la construcción de un país mejor.
Al margen de estos acuerdos cupulares y los fines oscuros que esto implica, la gobernadora de Campeche, en su afán por el tributo a su “mesías”, ha defraudado a millones de mujeres que durante décadas hemos dado la lucha porque se reconozcan nuestras capacidades, trayectorias y experiencia en la participación política. Deslizar comentarios de manera tan irresponsable como lo hizo, sobre supuestos videos o fotografías de carácter íntimo y personal de las legisladoras del PRI, demuestra que “su lucha” por las mujeres es una simulación.
El grotesco espectáculo en lo que se ha convertido el famoso ‘Martes del Jaguar’, envilece la política y demuestra que lograr la paridad no es lo mismo que luchar por la igualdad. Es patético observar como muchas mujeres arrinconaron su propia lucha, olvidaron su trayectoria y con sus dichos, acciones y omisiones, se convirtieron en el instrumento para menoscabar nuestros derechos.
La discusión pública sobre este tema ha servido para que salgan aparentes defensores de nuestros derechos sin comprender la gravedad del caso, influencers que para defender al líder del Palacio, repiten las mismas conductas y demeritan las trayectorias de mujeres que no pertenecen a su partido. Ofenden los silencios de supuestas activistas de izquierda -hoy en cargos importantes en la administración pública y en el Congreso de la Unión- que han permitido retrocesos en la política pública que habíamos construido.
Una vez más, mujeres discutimos con mujeres y con ello se evita entrar al fondo del problema que nos mantiene en desigualdad. De ser falsas las afirmaciones de la gobernadora, el daño ya es irreversible. La calumnia nos alcanza a todas, incluyendo las integrantes de su movimiento, y si algo hubiera de cierto, en lugar de criticar la intimidad y el comportamiento de las propias mujeres, tendríamos que encauzar todos nuestros esfuerzos y energía para hacer que nuestras trayectorias valgan y nos encontremos en la toma de las decisiones, tanto en la administración pública como dentro de los partidos políticos, además de incentivar a que las mujeres que pudieran ser víctimas de este tipo de extorsión, denuncien a sus victimarios.
Resulta indigno comprobar una vez más, en los hechos, que los gobiernos morenistas sólo querían el poder para corromper más y engrandecer la política de pan y circo. Los gobernados esperamos más que esto. Debemos alzar la voz para que este no sea el nefasto legado de la 4t.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.