Las ciudadanas y los ciudadanos, así como la base militante de los partidos políticos de oposición, han dado muestras de generosidad, empuje y compromiso por México, en este sexenio trágico para los habitantes, destructivo para las instituciones de la República y de terrible impunidad ante la corrupción cuatroteísta.

Y esto no empezó ahora. La larga lucha para construir instituciones y reglas de convivencia democrática, en un genuino compromiso con la tolerancia y respeto hacia quienes piensan diferente, nos ha costado, además de décadas, lágrimas, sangre y enfrentamientos contra el autoritarismo, pero a pesar de ello, la organización ciudadana ha sido posible gracias a la fuerza que genera el amor a nuestro país. Está claro que una sola causa nos une: México, y como lo señaló Xóchitl Gálvez en el zócalo de la Ciudad de México, al evocar las palabras de Miguel Negrete cuando se unió al general Ignacio Zaragoza durante la Batalla de Puebla: "...antes que partido, tengo Patria".

Esas y esos ciudadanos salieron a las calles a defender el Estado de Derecho cuando ni siquiera había candidata a la presidencia de México. Más aún, empujaron y obligaron a las dirigencias partidistas a un método de selección que ni siquiera habían considerado.

Hemos visto a miles pintando bardas, colgando lonas, organizando reuniones, foros y conversatorios con sus propios medios, a pesar de estar convencidos que algunos personajes políticos, en posiciones de mando, no son dignos representantes de la lucha democrática.

Ninguna de estas personas esperó a que los convocaran o les asignaran tareas. Tomaron la iniciativa y dieron un paso al frente, porque saben que la República está en riesgo. Y sí, ellas y ellos saben que ante el abuso en el ejercicio público, el abandono de los bienes y servicios y el atropello de los derechos y libertades por parte la autoridad, no se puede ni se debe ser indiferente.

Quieran o no reconocerlo, desde el gobierno o cualquiera de las cúpulas que toman las decisiones en México, las marchas y concentraciones en contra de los abusos del poder federal han sido libres, espontáneas y genuinas. Los que participamos nunca estuvimos sujetos a la entrega de una dádiva.

Por eso, no hay duda, nos vamos a volcar en las urnas el dos de junio, porque somos más los que buscamos un cambio ante la elección de Estado. Baste como muestra, la injerencia indebida del inquilino de Palacio, pues de las 15 conferencias del mes de mayo -a pesar de las prohibiciones legales que tienen los funcionarios públicos-, en 14 de ellas ha violado la ley y sin contar con todo lo que la autoridad no registra y es evidente a los ojos de las y los mexicanos.

Ahora corresponde a los partidos políticos de oposición estar a la altura de las circunstancias y cumplir con las obligaciones que establece la ley para la jornada electoral, que incluyen al menos:

1. Cubrir, con sus representantes, el cien por ciento de las casillas. No podemos arriesgar el conteo de votos con espacios vacíos o descuidados que siembren duda, porque sí, ya sabemos, que ellos están preparando la manera de darle la vuelta a la ley. Ésta es responsabilidad expresa de las instituciones políticas.

2. Interponer todos los recursos legales para denunciar las violaciones sistemáticas a la ley, que seguramente se intensificarán estas semanas. Es evidente que enfrentamos una elección de Estado: López Obrador y su candidata, Claudia Sheinbaum, usarán todos los medios a su alcance

para mantenerse en el poder y se requiere una respuesta rápida, oportuna y eficaz, pues el riesgo no es menor.

El triunfo de Xóchitl Gálvez representa, para esos millones de mexicanos, la esperanza de la reconciliación entre los diferentes, la armonía entre quienes piensas distinto, la prosperidad para quienes menos tienen y para los que mucho trabajan.

Mi llamado respetuoso, pero firme a los dirigentes partidistas, es para honrar y valorar el enorme esfuerzo de millones de mexicanos, que a pesar de la enorme desconfianza que les tienen, han defendido con mucho corazón al país.

Parafraseando al Maquío: "estos mexicanos y mexicanas que vimos inundar de rosa el país, dejaron de llorar el México que se frustra, el que pudo ser en el sexenio y no fue, y se están ocupando en la construcción del México que, por su historia, su cultura, sus recursos, su posición geográfica y su gente, todavía puede ser". Este es el México que estamos obligados a dejar como legado a las próximas generaciones. Somos más los que, ante el peligro de la destrucción, iremos a las urnas a emitir, de manera libre y contundente, un ya basta.

Nos toca cambiar el rumbo y el rostro de este país, para construir el porvenir que nos merecemos. Necesitamos que mujeres y hombres, en plena libertad, salgan a votar con Fuerza y Corazón por México.

Adriana Dávila Fernández

Política y Activista

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