08/10/2020 |00:31
Redacción El Universal
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¿Qué pasaría si usted tuviera la responsabilidad de administrar varias tiendas de autoservicio y se diera cuenta de que uno de sus empleados o gerente le está robando? ¿Qué haría? ¿Despedir al culpable y reforzar los sistemas de control y vigilancia o cerrar las tiendas, afectando a empleados, proveedores y clientes, y llevarse el dinero?

Pues algo parecido hicieron las legisladoras y legisladores de Morena y sus aliados: se quedaron con el dinero de 109 fideicomisos, en vez de velar por la preservación de sus recursos y garantizar su funcionamiento, solo para "recuperarle" al Ejecutivo la mayor cantidad de dinero posible, a pesar de que algunas y algunos diputados de la mayoría estaban conscientes del daño que implica esta medida. Pesó más la voz presidencial de "querer la desaparición de todos los fideicomisos" que su intelecto, en una clara afectación a sectores que los apoyaron durante muchos años. Poco importó el ejercicio de Parlamento Abierto que convocó el coordinador morenista; triste realidad de mentira y simulación, pero así es la sumisión ante las descaradas órdenes del mesías de la imposición.

Con 242 votos sin conciencia y solo por obediencia, se aprobó en lo general el dictamen, que afectará el futuro cultural, científico, democrático, productivo y de innovación del país. ¿Qué legitimidad puede encontrar el presidente en un dictamen que tiene reservada la totalidad de los artículos, en el que los integrantes de Morena -y algunos aliados- se manifestaron en contra de las modificaciones presentadas, además de distintos colectivos, para extinguir esos fideicomisos, cuyos recursos ya se gastó la mitad esta administración? Con un poquito de dignidad no los hubieran aceptado por lo cuestionado que ha sido, pero prevalece el cinismo autoritario que logró su cometido.

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No obstante, el resultado de esta lamentable votación, pretendieron violar el procedimiento legislativo al tratar de incorporar una propuesta para desaparecer el Fondo de Gastos Catastróficos y ganar algo así como 101 mil millones de pesos, lo que compromete a pacientes con diferentes tipos de cáncer: mama, próstata, colon, cérvico uterino, entre otros. Y todo por las instrucciones de un solo hombre que muestra desesperación por obtener recursos para sus fines político-electorales.

Es lamentable reconocer que la tentativa infractora de las reglas parlamentarias haya sido la crónica de un despojo anunciado en San Lázaro. Necio atraco institucional, que, al no encontrar salida, se anuncia la iniciativa para modificar la Ley General de Salud y así lograr el objetivo de obtener los recursos públicos del fondo de salud antes del 20 de octubre. El afán de destrucción institucional es latente. Por favor, si no se han logrado estabilizar -en la administración que pregona que no hay corrupción y sí austeridad-, los servicios de salud y disminuir el desabasto de medicamentos, ¿cómo van a ofrecer, sin recursos que por derecho corresponde a las y los mexicanos, un sistema de salud eficiente?

Es una lástima que se haya votado la extinción del Fondo para los Desastres Naturales (FONDEN) justo cuando el huracán “Delta” entró a la península de Yucatán, triste alegoría de las calamidades futuras, porque hace evidente la necesidad de contar con recursos económicos para apoyar a la población que lo requiera.

Las y los diputados de oposición decidimos tomar la tribuna para evitar un atraco que viole procedimientos. Estábamos obligados a responder al terrible atentado en contra de las y los mexicanos afectados. No es aceptable que la confrontación entre parlamentarios sea la única posibilidad de diálogo con las y los morenistas. No podemos permitir que esto se convierta en una práctica parlamentaria, pero si es la forma de detenerlos, lo volveremos a hacer.

Diputada federal