La Comisión Nacional de Elecciones del Comité Ejecutivo Nacional del PAN (CONECEN) informó que la renovación de la dirigencia nacional se llevará a cabo por el método ordinario, es decir, que los cerca de 300 mil militantes tendrán el derecho de elegir, por voto directo, a quien los encabezará los siguientes tres años. La convocatoria, que especificará las reglas de participación, se emitirá la siguiente semana.
Bajo esta premisa, muchos son los retos que enfrentamos las y los panistas libres, responsables y comprometidos ante el oficialismo interno, no sólo los que deseamos legítima y genuinamente participar, sino todos aquellos que estamos convencidos de la necesaria e impostergable tarea de reconstruirnos como una oposición congruente, convincente y propositiva, porque el PAN es el único vehículo democrático para acceder al poder público y procurar, en los hechos, la mejora de bienes y servicios para toda la población.
Señalé e insistí en mis recorridos durante la campaña presidencial, y ahora visitando a los panistas, la urgencia de voltear a ver a los militantes de un partido cuyo nacimiento se dio justamente para combatir a un régimen autoritario, lograr la división de poderes y fortalecer las instituciones.
Lo que enfrentaremos los mexicanos en los siguientes años no será nada fácil, porque ante el abandono de la política pública por parte del oficialismo, las necesidades aumentarán y los problemas que se resuelven superficialmente ahora con el recurso de los programas sociales, tarde que temprano evidenciarán su gravedad.
Así es que esta contienda del PAN va más allá de un asunto interno del partido opositor más importante de México. Es, en realidad, la enorme oportunidad de presentarle a las y los mexicanos una alternativa creíble, íntegra, responsable, que enfrente con fuerza y congruencia al régimen político que nos lleva por el camino peligroso del autoritarismo.
Estoy consciente de algunos retos a los que personalmente me estoy enfrentando como aspirante a dirigir el PAN y me permito señalar algunos:
- Los acuerdos cupulares que la élite partidista pretende, entre otros aspectos, reeditar con la entrega de bastón de mando a quien, junto con el actual presidente nacional del PAN, tomó las decisiones que ahora nos tienen con el mayor descrédito público, la mayor opacidad democrática y el peor resultado electoral.
- La estructura de las dirigencias estatales que, ante el desastre y en una clara evasión de su responsabilidad, han optado por cuidar sus propios intereses a cambio de posiciones y presupuestos, sin reconocer que son parte de la debacle y la consecuente pérdida de identidad partidista.
- Los miedos o comodidades de algunos liderazgos que piensan “que todo está decidido”, sin caer en la cuenta que la grandeza de Acción Nacional radica, como dijo nuestro fundador Manuel Gómez Morín, en que "aquí nadie viene a triunfar ni a obtener, solo un objetivo ha de guiarnos: en la acertar en la definición de lo que será mejor para México".
¿Difícil? Sí.
¿Complicado? Por supuesto.
¿Imposible? ¡De ninguna manera!
¡El mayor problema de una parte de la clase política es que piensa que es mejor acomodarse a la circunstancia y rendirse! Pero no todo queda aquí: he podido constatar que todavía se encuentra en pie de lucha esa militancia que sabe perfectamente que rendirse solo beneficia al régimen, a ese que le conviene la existencia de dirigencias opositoras débiles y vulnerables.
Los militantes saben -y la opinión pública lo ha señalado- que debemos, a toda costa, evitar que México repita la historia de Venezuela. Los militantes saben y están convencidos que hoy la solución es ¡vivir la democracia!
Por eso mi convocatoria a todos aquellos que, como yo, saben que para volver a ganar es necesario reconstruirnos y, para ello, es necesario volver al origen no como pasado, sino como apuesta al futuro, para que todas y todos participemos activamente en el México que anhelamos.
Política y Activista
