Todos los días se habla, se debate, se discute sobre inseguridad pública; se mide la incidencia delictiva presumiendo variaciones en fríos porcentajes, sin embargo ¿qué es realmente la seguridad ciudadana? La seguridad no está en los discursos, sino en las calles. Ahí es donde se debe de medir.
La seguridad de una Alcaldía o de una Ciudad se refleja en que sus mujeres puedan caminar con tranquilidad por las calles, a la hora que sea. La seguridad se encuentra en la cartera de los trabajadores que llevan su quincena sin temor a ser asaltados. Seguridad es que la gente pueda salir de sus casas sin la preocupación de saber que regresarán con sus familias. La seguridad no es sólo un número, es un reclamo de todos los días al que los gobernantes estamos obligados.
En su más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), el INEGI reveló que Cuajimalpa de Morelos es la segunda Alcaldía más segura de las 16 que hay en la Ciudad de México.
No es cuestión de opiniones, sino de indicadores y resultados: hoy somos el municipio más patrullado del país, con un policía por cada 200 habitantes y las tendencias de la propia ENSU nos indican que vamos por el camino indicado para ser la alcaldía más segura de la CDMX dentro de muy poco tiempo.
La seguridad ciudadana es parte esencial de los derechos humanos; así se concibe en diversos artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948.
Al ser uno de los problemas fundamentales del mundo, la seguridad no es un asunto que se resuelva con fórmulas simplistas. Es un complejo nudo en el que intervienen factores económicos, políticos y sociales.
Como Alcalde pero, sobre todo como ciudadano, quisiera hacer énfasis en la parte de la esfera política ya que, en la era de las democracias, los gobernantes tenemos un triple desafío:
1. Como autoridades, tenemos el reto constante de mejorar nuestro propio trabajo a través de indicadores;
2. Como depositarios de la confianza ciudadana, tenemos la imperante tarea de dar a conocer esa información con un criterio de máxima publicidad y transparencia para una efectiva rendición de cuentas y
3. Como vínculo entre sociedad y gobierno, tenemos la labor irrenunciable de escuchar a los ciudadanos para contar con el pulso de sus necesidades cotidianas para lograr la construcción de mejores políticas públicas de la mano de la sociedad civil.
Estos tres desafíos han sido la carta de navegación para que, en Cuajimalpa, hayamos sido reconocidos por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, como la alcaldía más segura de la capital del país. Se dice fácil, pero es un logro que ha implicado mucho esfuerzo y sacrificio; estrategia y contundencia; recursos y resultados; en una Ciudad de 8.8 millones de personas, cuya área metropolitana llega a los 20 millones.
De igual forma, la Secretaría de Protección Ciudadana, que comanda Omar García Harfuch, nos ubicó como una de las alcaldías cuya reducción o contención en casi el 50% de los delitos de alto impacto se mantiene de manera favorable en su Comparativa 2021-2022.
En suma: el modelo sí funciona. Funciona porque existe coordinación intergubernamental sin criterios políticos; funciona porque aprendemos de las mejores prácticas en la materia; funciona porque se invierte en recursos materiales y humanos eficientemente administrados con transparencia; pero, sobre todo, funciona porque en Cuajimalpa sabemos que la seguridad no debe estar en los discursos, sino en las calles.
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