“La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz” — Rigoberta Menchú

A medida que se aproxima el Día Internacional de la Paz, el 21 de septiembre, es imposible no reflexionar sobre el estado actual de la paz en México. A pesar de los esfuerzos continuos, la violencia sigue dominando varios sectores de la sociedad mexicana. Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, en el primer trimestre de 2024, el 61% de la población adulta en México considera inseguro vivir en su ciudad. Este panorama de temor y desconfianza habla de un país que aún lucha por alcanzar la paz, aspecto fundamental para aspirar al desarrollo.

La violencia en México no es un fenómeno reciente, por el contrario, ha sido persistente, con múltiples expresiones que incluyen la delincuencia, los enfrentamientos entre cárteles de drogas y el crimen organizado. Los datos de la ENSU destacan que los municipios y las ciudades más afectadas, como Fresnillo, Naucalpan de Juárez, Zacatecas y Chilpancingo, muestran niveles alarmantes de percepción de inseguridad, con porcentajes que superan el 85%. Estas cifras son un reflejo de cómo la violencia se ha enraizado en la cotidianidad, convirtiendo a estas regiones en zonas rojas donde la paz parece un ideal inalcanzable.

Otro aspecto preocupante es el aumento de la violencia política, especialmente en el contexto electoral. Durante las campañas, las agresiones contra figuras políticas y personas candidatas se han convertido en una táctica común del crimen organizado para mantener el control de territorios estratégicos. Esta situación no solo pone en riesgo la vida de las y los involucrados, sino que también atenta contra los principios fundamentales de la democracia.

La violencia en México, en muchos casos, es un ciclo vicioso que se alimenta de la pobreza, la falta de oportunidades y la exclusión social. Este círculo de violencia y desigualdad crea un caldo de cultivo para la delincuencia, lo que dificulta la construcción de una paz sostenible. Es en este contexto donde los derechos humanos, como el acceso a la información y la protección de los datos personales, juegan un papel crucial.

El derecho a la información como el derecho a la privacidad son fuertes herramientas en la lucha por la paz. Instituciones como el INAI son pilares para garantizarlos, permitiendo que la sociedad mexicana tenga acceso a información pública de calidad y proteja sus datos personales. En una era donde la información es poder, el INAI contribuye a la transformación social, promoviendo una cultura de rendición de cuentas y transparencia que es esencial para reducir la corrupción, mejorar la gobernanza y, en última instancia, construir una paz más duradera.

Como señaló Rigoberta Menchú, "La paz no es solamente la ausencia de guerra". Mientras no se aborden las causas estructurales de la violencia —la pobreza, el racismo, la discriminación y la exclusión—, la paz seguirá siendo un objetivo distante. México enfrenta grandes retos, pero con el apoyo de instituciones que protegen los derechos humanos y con una ciudadanía informada y participativa, la posibilidad de alcanzar una paz duradera no es sólo una utopía.

Comisionado Presidente del INAI

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