El miércoles, 2 de octubre se cumplieron 56 años de la Matanza de Tlatelolco. En esos años, las autoridades no sólo ocultaron los eventos ocurridos aquel día de 1968, también las operaciones gubernamentales de espionaje e infiltración dentro del movimiento estudiantil. Luego de medio siglo, la sociedad mexicana aún exige verdad y justicia, manteniendo viva la memoria del agravio del Estado hacia su propia ciudadanía.
Con la mira puesta en el interés público y en el derecho a saber la verdad histórica, en los años recientes el INAI ha ordenado la apertura de archivos públicos relacionados con estos eventos. Se ha ordenado abrir la información sobre las hoy extintas direcciones generales de la Secretaría de Gobernación y de la Defensa Nacional, conocidas en su conjunto como el “servicio secreto”, entidades que coordinaron las operaciones desde el gobierno contra el movimiento estudiantil. Además, se ordenó abrir las averiguaciones previas contra varias personas, incluyendo al expresidente Luis Echeverría, acusadas de genocidio por la Matanza de Tlatelolco en 1968 y por los eventos del “Halconazo” en 1971. También se ha puesto a disposición información sobre Ayax Segura, un agente gubernamental infiltrado, y documentos sobre los sótanos de Tlaxcoaque, donde se torturaba a integrantes del movimiento. Para conocer más información sobre estos casos, les invito a consultar el siguiente comunicado.
Paralelamente, el INAI ha apoyado iniciativas como M68 y Memoria y Verdad. M68 es una exposición museística de la UNAM que documenta el movimiento del 68, mientras que Memoria y Verdad es un portal que aborda violaciones graves a derechos humanos y la probable comisión de crímenes de lesa humanidad, abarcando eventos como Acteal, Aguas Blancas, Apatzingán, Atenco, Ayotzinapa (2011 y 2014), Cadereyta, Campo Algodonero, El Halconazo, San Fernando (2010 y 2011), Guerra Sucia, Tlatelolco y Tlatlaya.
La Matanza de Tlatelolco es un episodio doloroso en nuestra historia moderna, pero también marcó el despertar de la conciencia del pueblo mexicano. Aunque la represión oficialista calló a algunas voces de exigencia, encendió muchas más. El movimiento del 68 dio inicio a una larga serie de luchas y movilizaciones ciudadanas que sentaron la base para la construcción progresiva de nuestra democracia. Posterior a él, otras disrupciones sociales sucedieron: las guerrillas de los 70, las luchas de la oposición por mejores condiciones de competencia democrática e incluso continuó la movilización estudiantil añadiendo a sus filas a sectores obreros y profesionales. En suma, el país no fue el mismo después del 68: el Estado mexicano comenzó su evolución hacia una democracia más robusta y abierta.
El refrán “el 2 de octubre no se olvida” resuena no sólo por el dolor de la ciudadanía y la pérdida de la confianza en las autoridades, también, porque esos hechos despertaron una conciencia colectiva previamente ausente, erigiéndose como un punto de inflexión en el que las y los mexicanos optamos por vivir en un país verdaderamente libre y democrático.
Comisionado Presidente del INAI