El pasado martes el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, lanzó un llamado a los líderes mundiales: “El infierno en la tierra en el Ghouta Oriental de Siria debe terminar”. Llegó después de diez días de bombardeos aéreos intensos en el enclave donde 400 mil civiles están sitiados desde 2013.
En ese año la zona fue escena de los ataques con gas sarín y de cloro más flagrantes del régimen sirio contra su pueblo, en los que mil 400 personas murieron, con cientos de niños como víctimas. La resolución 2401 del Consejo de Seguridad, votada unánimemente el sábado 24 de febrero, pidió 30 días de cese al fuego para permitir la asistencia humanitaria y la evacuación de los casos médicos urgentes. La resolución se produjo después de 15 días de contactos y deliberaciones para evitar otro veto ruso, mientras que los hospitales y la infraestructura fueron, como de costumbre, los principales objetivos de los atacantes para hacer la vida imposible a los habitantes; 550 murieron durante los últimos 10 días, registrando una nueva escalada para la violencia en este conflicto que ya dura siete años.
La redacción de la resolución fue vaga para adaptarse a las demandas rusas. No fijó una fecha para el cese del fuego, excepto por señalar que: “lo antes posible”. No todos los grupos de combatientes fueron incluidos, Al-Nusra y sus aliados, y cualquier otra unidad conectada con los “terroristas”, están excluidos. El régimen sirio considera a todos los grupos armados de la oposición como terroristas, lo que significa dejar un gran margen para la violación de la resolución largamente esperada. Pocas horas después de su adopción, las fuerzas aéreas sirias y rusas estaban otra vez en acción. Después de un contacto entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, con el presidente ruso, Vladimir Putin, se anunció una iniciativa rusa sobre una tregua que tendrá lugar durante cinco horas diarias para evacuar a los civiles de sus aldeas. Guterres tuvo que recordar al mundo que las resoluciones del Consejo de Seguridad tienen que aplicarse eficazmente para tener un significado.
El martes se suponía que se vería una pausa en el asalto de 10 días, pero ambos lados se culparon mutuamente por atacar corredores humanitarios destinados a la evacuación médica. En cuanto a la ayuda humanitaria, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Seguei Lavrov, declaró que necesita un entendimiento concreto entre las partes sobre el mecanismo que se va a aplicar, lo que significa que nada ocurrirá pronto a pesar de la urgencia de la situación. La oposición siria acusa a los rusos de ser socios del régimen iraní y de su protegido en Damasco en el plan de cambio demográfico en Siria en general, y alrededor de Damasco en particular, utilizando las mismas tácticas empleadas antes en Daraya, Homs, Aleppo y otras ciudades sunitas para expulsar a millones de sus habitantes.
Otro aspecto de la intervención rusa en Siria se menciona a menudo en declaraciones militares arrogantes. El general Vladimir Shamanov anunció que se probaron más de 200 nuevos armas mientras apoyaban al pueblo sirio (!) y el mundo entero ha observado la eficiencia de las armas rusas. Otro general, Dimitri Piskov, declaró que el nuevo programa para modernizar el equipo del ejército ruso se basaría en los experimentos en Siria. Están probando felizmente sus nuevas municiones y la espectacular devastación en Siria es un éxito a celebrar.
Los rusos se convirtieron en el principal jugador en Siria y la región después de su intervención masiva en septiembre de 2015. Cualquier solución al conflicto sirio pasaría por Moscú.
Rusia es percibida por la mayoría de los sirios como una potencia ocupante que apoya a un dictador impopular. Está dominando sobre la destrucción y la miseria y no llegará ayuda para la reconstrucción del país y el propio régimen no muestra una disposición para acomodar a su salvador.
La Conferencia de Sochi fue un fracaso. Los anuncios de victorias rusas y sus retiros militares de Siria parecen tener fines electorales y se contradicen por su implicación en la violencia renovada en todas las zonas de desescalada que eran de su invención. Su uso, últimamente, de la quinta generación de sus jets de combate SU-57 es otra controversia. En el terreno se enfrentan a la aspiración del régimen iraní de dominio y pronto se quedarán atascados con los aliados que son más una carga que activos.
Mientras tanto, la guerra Siria está entrando en una nueva fase violenta y todas las esperanzas de liberación política se han perdido. Es un escándalo para el mundo libre que se ha entregado a regímenes criminales y dejó a los sirios para ser masacrados durante los últimos siete años sin ningún intento serio de detener la matanza.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
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