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No pasaron ni dos horas desde que la Secretaría de Salud confirmara el primer caso de coronavirus Covid-19 en la Ciudad de México y ya los mexicanos corrían a las farmacias más cercanas para comprar cubrebocas como medida preventiva.
La negativa de encargados y farmacéuticos se propagó de inmediato. Lo mismo en cadenas grandes y supermercados que en pequeños negocios de patente. “¿Ya no hay cubrebocas?”, preguntaban incrédulos que querían apropiarse de esos artículos al enterarse de la escasez.
Las compras de pánico fueron replicadas en varios puntos del país; sin embargo, fue más patente en la Ciudad, el Estado de México y Sinaloa, lugares donde finalmente se confirmó la presencia de pacientes positivos al virus que agobia a más de 50 países, sobre todo a China.
En escuelas, centros de trabajo, puntos de reunión como cines y teatros, el Metro y demás transporte público, el ambiente fue sosegado, aunque conforme avanzó el día se observó a más personas con mascarillas de diferentes colores.
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En un recorrido hecho por EL UNIVERSAL se pudo constatar que en la mayoría de las farmacias de la colonia Centro ya no contaban con el abastecimiento de cubrebocas y gel antibacterial. En una farmacia incluso colocaron letreros para anunciar que estaban agotados.
No faltó quien hizo su agosto. Un hombre, quien junto con su familia adquirió varios paquetes de cubrebocas, al notar la demanda, no dudó en revenderlos. Los costos fueron tres pesos por pieza, 50 por uno de plástico y 450 el paquete.
También se reportó en el Estado de México que algunos proveedores de farmacias subieron hasta 200% el costo del producto.
Karla subió al Metro Zócalo con un cubrebocas color rosa. “Ahorita está de moda el coronavirus, pero cada año en esta temporada muere gente por influenza, a mí me da más miedo que el virus de China”, dijo.
En la zona hospitalaria, en específico en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER, Ismael Cosío Villegas era difícil ver a alguien con el rostro descubierto.
—¿Tiene cubrebocas? —preguntó una mujer.
—No señorita, se me terminaron —respondió Iván, quien atiende un pequeño local frente a la Unidad de Urgencias del INER.
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El joven compartió con EL UNIVERSAL que hasta hace dos semanas al día vendía entre 15 y 20 cubrebocas, pero desde el miércoles pasado la venta sobrepasó las 50 piezas diarias; no obstante, desde ayer no ha podido comprar más mascarillas.
Luego de decir que en su farmacia no hay mascarillas desde el pasado jueves por la tarde, Karina López relató que en algunas tlapalerias venden mascarillas que se usan para evitar el olor del thinner, cuando se revuelve con pintura, aunque tampoco se encontraron.
“Las mascarillas N95 es más fácil que se consigan en lugares donde venden tanques de oxígeno, aquí no va a encontrar, pero si no necesita algo tan específico, en las tlapalerías están vendiendo las que se usan para pintar”, comentó.
En contraste, aun con las medidas preventivas, quien no se cansó de repartir besos y abrazos fue el presidente Andrés Manuel López Obrador entre los pobladores de una comunidad chontal de Tabasco; el cariño le fue correspondido.
“¿Cómo no vamos a querer abrazarlo si es el Presidente, él salió de aquí, de esta tierra? Lo queremos abrazar, besar y decirle que estamos con él hasta el final. No olvida que nosotros los chontales estuvimos con él desde el principio”, dijo su simpatizante Alicia Sánchez.