En un proceso fast track que inició hace apenas cinco semanas con una cuestionada Asamblea Nacional en la que se reformaron los estatutos partidistas, concretó su pretensión de ser el primer priista en la historia en reelegirse en la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, donde en principio dirigirá hasta 2028, pero con posibilidades de quedarse hasta 2032.

El líder tricolor se aferró a la dirigencia de un partido venido a menos, con derrota tras derrota desde que tomó las riendas en agosto de 2019 y que hoy vale sólo 5 millones de votos, 9.6% del total de sufragios emitidos en las recientes elecciones federales del 2 de junio.

Pese a que en estos últimos cinco años el PRI se ha achicado y ha perdido fuerza y presencia en el país, aún representa un partido apetitoso, con prerrogativas anuales de unos mil 200 millones de pesos.

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El saldo de la gestión del político campechano al frente del PRI es hasta el momento, de 10 gubernaturas perdidas y el partido ha sido abandonado por casi 80% de su militancia, al pasar de 6 millones 764 mil 615 afiliados en 2019, a 2 millones 65 mil 161 en 2020 y un millón 411 mil 889 militantes en 2023.

En este contexto, Moreno consumó ayer lo que había venido fraguando desde hace por lo menos tres años: consolidar su control de las estructuras del partido, cambiar las reglas internas para sepultar el principio de no reelección y permanecer al frente del PRI más allá del mandato para el que fue electo originalmente, algo que a lo que ningún otro dirigente priista se había atrevido.

Este domingo, la mesa estaba puesta para la coronación de Alito, luego de una campaña interna en la que su “contrincante”, Lorena Piñón, asumió más el rol de comparsa que de candidata opositora.

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La 72 sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional, en el auditorio Plutarco Elias Calles de la sede tricolor, fue el marco para la realización de la jornada electiva interna, en la que participaron 452 de los cerca de 550 consejeros, de los cuales 440 votaron en favor de la fórmula Alejandro Moreno-Carolina Viggiano, sólo ocho por la mancuerna de Lorena Piñón y Cuauhtémoc Betanzos, mientras que la Comisión Nacional de Procesos Internos (CNPI) declaró nulos cuatro votos.

Aunque ya rindió protesta como presidente reelecto, el proceso interno se encuentra impugnado y sujeto a la validación o anulación por parte del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

A diferencia de otros procesos electivos, en esta ocasión no hubo bandas, música ni danzantes festejando dentro o afuera de las instalaciones del PRI, pero no faltaron las porras, aplausos y aclamaciones al máximo líder por parte de consejeros y otros militantes.

Una vez que recibieron sus constancias de mayoría, Alejandro Moreno y Carolina Viggiano las mostraron y se tomaron de la mano, al tiempo que los asistentes a la sesión coreaban “Presidente, presidente, presidente”, “Alito, Alito, Alito” y “Caro, Caro, Caro”.

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Pese a que el PRI presumió transparencia en la jornada, los medios de comunicación no tuvieron acceso a la sesión, y solo pudieron entrar al final de la misma poco antes de las 4 de la tarde, cuando el presidente de la CNPI, Pablo Angulo, declaró reelecto al líder priista.

Reporteros, fotógrafos y camarógrafos llegaron al PRI desde antes de las 10 de la mañana, hora a la que estaba convocada la sesión, pero tuvieron que observar desde la banqueta, a través de los barrotes que rodean el inmueble, la entrada y salida de consejeros, candidatos y dirigentes.

Adentro del auditorio, según videos y fotografías compartidas por algunos de los asistentes, se veía a un Alito Moreno feliz y muy sonriente, sabiéndose triunfador y arropado por sus allegados y su familia, principalmente su esposa Christelle Castañón y sus hijos Rafael, Sebastián y Alejandra.

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Al final de la sesión, una vez que recibió su constancia de mayoría y el diputado Augusto Gómez Villanueva le tomó protesta, Moreno Cárdenas recibió la felicitación de sus compañeros priistas, entre ellos los senadores Manuel Añorve y Mario Zamora y el diputado Rubén Moreira, parte de su grupo compacto.

Ante los medios de comunicación, el presidente priista, envalentonado, volvió a arremeter contra sus críticos, en especial los expresidentes del partido Dulce María Sauri, Enrique Ochoa y Pedro Joaquín Coldwell, a quienes recordó que a petición de militantes, sigue abierto el proceso de la Comisión de Justicia Partidaria contra quienes han calumniado a la dirigencia y dividido a los priistas.

Mientras se llevaba a cabo la jornada electoral, afuera del PRI decenas de jóvenes, hombres de casquete corto, playera y gorra, así como algunas mujeres, presuntos integrantes de un grupo de choque, permanecieron sobre la banqueta y se retiraron cuando terminó la sesión.

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