Como nuevo titular de la Administración General de Aduanas (AGA), Horacio Duarte reconoce que enfrentará al “monstruo de las mil cabezas” de la corrupción, y no será condescendiente: “Si descubrimos que el enemigo está adentro, lo vamos a echar, en eso no nos va a temblar la mano ni tendremos miedo”.
De todo el gobierno federal, este sector es el único en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reconocido que en casi año y medio de gestión no ha podido combatir esas prácticas, por lo que dio esa encomienda personal a Duarte Olivares.
El funcionario anuncia, en entrevista con EL UNIVERSAL, que habrá un viraje en la estrategia: las aduanas tendrán un enfoque económico y recaudatorio; además, encabezará una administración itinerante, con visitas a las 49 sedes de la dependencia en el país y revisará objetivamente qué empleados se quedan, pues, afirma, la corrupción no se acaba por decreto.
El exsubsecretario del Trabajo y exoperador electoral señala que el mandato directo del Jefe del Ejecutivo federal es un espaldarazo que le permitirá enfrentar resistencias incluso dentro de la 4T. “No vamos a permitir que nadie de afuera ni de adentro quiera venir a definir, sugerir o, peor, imponer”, asevera.
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—Más allá de si es así o suave, en esta etapa, en la AGA se quiere hacer eficiente una obligación del Estado, que es cobrar impuestos. No es un acto arbitrario, sino que permite recursos para políticas públicas, como salud, educación y seguridad.
[Esta oficina] tiene dos componentes: el fiscal, de ingresos, y el de seguridad, al que en los últimos años se le dio más peso, pero no debemos olvidar que por ésta pasa 35% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
La labor será mantener ese estándar de recaudación, actuar muy coordinados con otras instancias y combatir la corrupción.
—Tendremos un diagnóstico más terminado, pero el enfoque es garantizar que se paguen los impuestos y no con actos autoritarios, sino en colaboración con los exportadores. Sí hay un nivel alto de corrupción, pero hay funcionarios honestos, y si se debe hacer limpieza [de personal], no nos va a temblar la mano.
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—Estamos revisando la capacidad [en la materia] y hemos encontrado que hay cámaras que están apuntado al cielo o al suelo sin monitoreo en tiempo real.
Si el componente humano es el que falla, ¿habrá 100% de rotación, cambios o despidos?
—No creo que la totalidad de los trabajadores incumplan su función. Lo correcto y justo será analizar una a una las 49 aduanas y, de ser necesario, remover empleados.
—Es un debate, pero se tiene que redefinir el papel de la Marina con las aduanas en los puertos, de la Guardia Nacional y la Unidad de Inteligencia Financiera, así como con gobiernos estatales y municipales. [Debe planearse] una correlación entre todas y no pensar que la dependencia es cobro de impuestos.
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—Ningún mal del Estado mexicano se puede acabar de esa forma, hay que pasar a la acción. El Presidente nos planteó terminar la corrupción, y nos empeñaremos para lograrlo. [Esas prácticas] no se acaban por decreto, pero cuenta la voluntad.
—No voy a juzgar su trabajo, pero el método que me ha pedido [López Obrador] él lo aplica, yo también y funciona: metiéndonos de cuerpo entero y tiempo completo es más probable que funcione, a esperar desde una computadora.
—Él reconoció que esta oficina del Estado no avanzó en terminar eso. Si utilizas el cargo sólo para navegar, sentirte halagado, recibir un salario, es posible que no pase nada y que la corrupción siga.
—Si el enemigo está aquí, vamos a echarlo, es un reto demostrar que el Estado no será vencido en esta apuesta, en eso no nos va a temblar la mano ni tendremos miedo ni seremos condescendientes o cómplices. Tampoco diremos: ‘Como está muy difícil, mejor ni le entro’. No. Tengo una obligación moral y ética de combatir la corrupción.
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—En el periodo neoliberal estuvieron expertos y ahí están los resultados. Si fuera nada más un tema de currículum y experiencia, los efectos no coincidirían.
—No permitiremos que nadie de afuera ni de adentro quiera venir a definir, sugerir o, peor, imponer en la AGA. Tengo una jefa del Servicio de Administración Tributaria (SAT), al secretario de Hacienda y al Presidente. No tengo problema si hay celos y ni me quiero enterar.
Con esa libertad que me dio el Jefe del Ejecutivo federal de actuar, lo vamos a hacer, y espero que quienes tengan la tentación de hacerme recomendaciones, sugerencias, mejor que se abstengan.
—Si hay que tratar el cumplimiento de obligaciones, serán bien recibidos, pero no las propuestas indebidas. No se va a actuar en complicidad ni con privilegios.
—Lo principal fue el programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Estábamos iniciando 2020 con el dato de haber impactado en un millón de becarios capacitándose y con su primera experiencia laboral. Creo que fue exitoso y se evaluará su efecto de la política pública.
Me siento tranquilo, creamos un proyecto de la nada. Al principio éramos seis y hoy es una estructura que demuestra que si se atiende a las personas de ese sector, puede haber resultados positivos.
—Quien no entienda que el brote nos vino a cambiar la concepción de las políticas públicas y la vida, no entendió nada. Habrá un replanteamiento de los objetivos del Estado.
—Era aún breve, porque el mayor número de egresados de la beca será en mayo, junio y julio. Además, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) empezó la revisión en 2019, nos dio un premio y la Secretaría de la Función Pública está revisando.
Que casi 600 mil jóvenes hayan usado por primera vez un instrumento financiero es un dato que podría abrir un nicho de mercado. El programa tocó a quienes no estaban en el radar del gobierno.
—El proyecto es cumplir un objetivo de la gestión federal: combatir la corrupción. Si cumplimos, la gente lo verá. No es un acto de fe o de venganza; al contrario, es de eficacia del Estado, porque eso libera recursos para políticas públicas. ¿Qué vendrá? No sé, no me distraigo.