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Don Pedro González Martínez tiene 54 años, es médico adscrito al área de Urgencias del Hospital Adolfo López Mateos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y fue uno de los primeros doctores afortunados en recibir la vacuna contra el Covid-19 en el Centro de Estudios Navales en Ciencias de la Salud de la Secretaría de Marina (Semar) en Tepetlapa, en el sur de la Ciudad de México.
Pedro González describe que el recibir esta dosis es un consuelo y esperanza para tener un poco de protección y así no contagiarse como ya lo han hecho varios de sus compañeros, algunos que han tenido un desenlace desgraciadamente malo.
El médico lleva nueve meses atendiendo a pacientes con Covid en su unidad médica y hasta ahora ha sido uno de los afortunados que no se ha contagiado, pero el contacto con los infectados lo ha llevado a cambiar su estilo de vida y desde abril no tiene ningún acercamiento con su familia.
González Martínez vive con su esposa, su hija y su suegra, y desde abril permanece aislado de sus familiares, lava su ropa aparte y duerme en un cuarto alejado de sus seres queridos.
Describe que cuando sus parientes se enteraron que recibiría la vacuna se pusieron contentos, pero relativamente, porque aceptan que siguen corriendo riesgos al ser un posible transportador del virus de su hospital a su casa.
“Soy casado y están contentos relativamente [de que reciba esta dosis] porque sabemos que seguimos teniendo el riesgo. Yo sigo siendo un probable transportador del virus del hospital a la casa, tengo una niña, mi esposa y mi suegra, pero hasta ahora afortunadamente no. Hemos tratado de tener medidas propias y aislarse un poco. Uno lleva otro tipo de vida, duermo en un cuarto aparte, no tengo ningún contacto con la familia desde abril, no tengo contacto estrecho, desde que empezamos a ver los primeros casos en el hospital, soy alguien que se tiene que aislar”, describe Pedro.
El médico del ISSSTE relata su experiencia y la describe como muy triste por los pacientes infectados con Covid, porque es desesperante para ellos y sus familiares, ya que llegan en etapas críticas, además el tiempo de estar en la primera línea de lucha contra el Covid es muy desgastante, tanto física como emocional por todo el estrés.
Describe que le ha tocado ver muchas cosas en su hospital, desde gente madura, adultos mayores y hasta jóvenes en estado grave: “Sí es muy complicado, es muy estresante, primero para el paciente, que cuando está despierto tiene la sensación de ahogarse y para el familiar, pues más, ellos no tienen contacto ya con su familiar. Se quedan aislados, el informe es por vía del área de Trabajo Social o en ciertos horarios se les informa cómo está su familiar”.