En mercados, en sus casas, en la calle, ahí es donde Arturo Lagunes Servín, profesor poblano de 41 años de edad, se ha dedicado a buscar a sus estudiantes para llevarles impresos, con dinero de su propia bolsa, los ejercicios, tareas y trabajos que los niños necesitan para continuar estudiando en sus casas.

Originario del municipio de Huauchinango, Puebla, no puede enseñarles de manera presencial: como todas las del país, su escuela rural está cerrada por la emergencia sanitaria nacional por Covid-19. Es por esa razón que diariamente les envía a sus alumnos, a través de un grupo de WhatsApp que creó para ello, videos y tareas para que no se retrasen más.

Al tercer día de implementar esta estrategia, notó que cinco de sus alumnos no cumplían con las actividades y sus padres no contestaban los mensajes. Fue cuando decidió ir a buscarlos uno por uno, para averiguar qué estaba pasando.

“Cinco de mis alumnos se van al mercado a trabajar todo el día y por eso no estaban haciendo la tarea, porque tenían que trabajar. Tuve que ir al mercado a ver a las mamás para que se comprometieran a mandarme las actividades. Desde el principio les di impresas en sus manos las actividades y a los que no asistieron, los fui a buscar a sus casas”, dijo.

“Los fui a buscar porque mi vocación de maestro me lo pidió desde un principio. Uno se da cuenta desde el inicio del ciclo escolar la situación de sus alumnos, y me gusta tratarlos a todos parejo: darles las mismas oportunidades. Sabía que los tenía que ir a buscar”.

En entrevista vía Zoom, que tomó en su teléfono celular, Arturo contó que la mayoría de sus alumnos no puede tomar clases en línea con el programa Aprende en Casa de la SEP, porque no cuentan con computadora ni acceso a internet; otros ni siquiera reciben la señal de televisión en sus casas.

Conocedor de esta circunstancia, el maestro graba los contenidos directamente con su teléfono y les envía los videos vía WhatsApp a los padres de familia.

También toma fotografías de las actividades y propuestas de trabajo que elabora diariamente; podría enviarles los PDF de la plataforma Aprende en Casa, pero sabe que para los padres de familia, descargarlos en sus teléfonos representa un gasto adicional en la adquisición de saldo y muchos viven al día.

“Te sorprendes de las condiciones de vida que tienen los niños. Cada que platicas con ellos, por la confianza que te tienen, te sorprendes. No quiero ser un maestro que los regañe, los maltrate y no los entienda. ¡Imagínate! Van a decir: ‘Ni en la escuela, ni en la casa’”.

“Cuando fui a la primaria, me encontré a un maestro que se interesaba por nuestras cosas y nos enseñaba con el corazón para que todos entendiéramos. Él se fijaba en todos sus alumnos: a alguien que fuera con la cara triste le preguntaba [por qué estaba así]. Eso me llamó la atención y sigo su ejemplo”.

A diferencia de otros años, Arturo celebrará este Día del Maestro trabajando, pues está preocupado por sus estudiantes: diariamente, cuenta, comienza a recibir llamadas desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, lo hace en horarios tan amplios porque entiende que el único acceso que tienen los niños a un teléfono móvil donde consultar y hacer tareas es el de sus papás, quienes trabajan todo el día: los mensajea, les revisa y corrige la tarea, se las vuelve a enviar, resuelve dudas.

El profesor de quinto grado de primaria, que atiende a 22 estudiantes, se esfuerza todos los días por ser creativo, innovador y humanista, que considera son las cualidades que quiere desarrollar en su profesión para entender a sus alumnos y conseguir que a los niños les interese aprender.

“Unos me mandan sus tareas al teléfono, pero otros tienen que hacer la limpieza de sus casas, cuidar a sus hermanitos o trabajar y no pueden hacer la tarea”, dijo.

“Extraño a mis alumnos, estar frente a frente, el contacto diario. No es lo mismo a distancia. Tienen una espontaneidad bárbara. Me sorprenden todos los días”, indicó.

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