A pesar de que ayer lunes fue apenas el primer día de 2024, a los migrantes nada los detiene y continuaron su camino en busca del sueño americano. Aun cuando arriesgan su vida, decenas de ellos buscan una oportunidad para subir al tren que llaman La Bestia, en las inmediaciones de Huehuetoca y Tequixquiac, en el Estado de México.

Niños, hombres y hasta mujeres jóvenes con bebés de origen hondureño y venezolano siguen su paso en el lugar que es conocido como El Basurero. Entre polvo y los rayos del sol esperan en las vías el tren que los llevará a cumplir el sueño americano o en búsqueda de mejores oportunidades de vida, en alguna entidad del norte del territorio mexicano.

En sendas entrevistas con migrantes venezolanos expresaron que al arribar al país fueron asaltados, extorsionados y hasta secuestrados, tanto por autoridades migratorias como por el crimen organizado.

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Alexander tiene 32 años y dejó su país hace dos meses para mejorar su calidad de vida: “Nos dijeron que la selva sería horrorosa, pero llegar a México es difícil, migración nos quita mucho dinero, nos regresa y perdemos nuestro pasaje, por eso buscamos trabajo”.

Refiere que en Chiapas llegó a entregar un total de 500 pesos a todas las autoridades migratorias que encontraban a su paso.

Subraya que en esa entidad fue secuestrado junto con su pareja por personas vestidas de civil que portaban armas largas: “Los muchachos llegaron con unas camionetas, nos dijeron que nos llevarían a Tapachula, pero llegamos a una finca donde estuvimos secuestrados, nos pidieron mil pesos por persona para liberarnos”, dice.

Alexander aún recuerda que entregó todo el dinero que traía para su viaje: “Nos soltaron cerca de Tapachula, ahí busqué trabajo para seguir”, en dicha ciudad buscó empleo en una construcción, por día le pagaban 300 pesos.

Continuó su viaje con otros migrantes hacia Juchitán, Oaxaca, donde buscó emplearse en una tienda para solventar los gastos del tras- lado y seguir su camino hacia el Estado de México; ahora toma un descanso, busca comida y agua antes de subir al tren que lo llevará hacia el norte del país con el propósito de llegar a Estados Unidos.

El señor Pedro Arias, de 51 años de edad, viaja con su familia. Su hija de cinco años juega en las vías del tren, con las piedras que encuentra, mientras esperan a que llegue La Bestia, abordarla y así cumplir el sueño americano para mejorar sus condiciones de vida.

El padre de familia vendió su carro, un Fiesta modelo 2008 con el que obtuvo 2 mil 500 dólares, para de esa forma emprender el viaje que hizo hace dos meses.

Sin embargo, fueron detenidos en la frontera de Guatemala y Chiapas por personas que decían apoyar a los migrantes con agua, posteriormente los hacían caminar hacia un monte para ser revisados y pedirles dinero para dejarlos seguir su trayecto; recalca que dio 600 dólares por los seis miembros de su familia. “Entregamos el dinero, los celulares, todo”, cuenta con tristeza.

En Venezuela se dedicaba a soldar, pero explica a este diario que ya no le alcanzaba el salario y tomó la decisión de viajar con su familia: “No hay forma de seguir adelante, estás en un momento donde llegas en ceros”, indica.

Rigoberto, de nacionalidad hondureña, lleva 10 meses en México: “En Tapachula me agarró migración, saqué mi permiso, pero sólo me lo validan en el estado donde lo saqué y pagan muy poco”.

Señala que estuvo cinco meses en Chiapas esperando el permiso que emite la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), y ya no quiso detenerse, por lo que decidió continuar su viaje hacia Oaxaca y en Tlaxcala las autoridades migratorias lo enviaron a Villahermosa, Tabasco.

Prefirió regresar a Tapachula para tramitar su permanencia en México, pero fue negado su permiso, así que volvió a emprender su viaje el pasado 24 de diciembre en la caravana migrante junto con las seis mil personas que salieron de Chiapas hacia Estados Unidos.

“En el camino se sufre, se aguanta frío, hambre, acá arriba hay muchas oportunidades, en Chiapas no apoyan a los migrantes”, agrega, al indicar que abusan de las personas que se encuentran en movilidad al cobrarles hasta 200 pesos, cuando el precio oscila en 25 pesos el transporte. Rigoberto reflexiona: “Uno no necesita documentos para viajar por la vida”, mientras espera la llegada del tren que lo llevará al norte, ya que piensa establecerse en Monterrey.

Cabe destacar que el tren que pasa por Huehuetoca llega a Torreón, Coahuila. En las inmediaciones de las vías se encuentra la Casa del Migrante, que sólo permite la estancia durante 24 horas, en un horario de 10:00 a 17:00 horas, espacio en el que los migrantes pueden descansar y tomar sus alimentos.

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