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En La Vasconia, en el centro de la Ciudad de México, el maestro panadero Guillermo Avendaño, con gran habilidad, le da forma de rosca a una masa espesa. Lo hace velozmente, pues este día tiene que hacer alrededor de 2 mil 500 piezas de este pan, ya que a diferencia del año pasado, ahora se espera el doble de producción.
“Tenemos que hacer al día alrededor de 2 mil 500 roscas. Ahora que ya se está componiendo esto, así es nuestra producción. Años atrás hacíamos más, incluso teníamos el doble de personal. Por la pandemia cambió, pero hoy ya estamos retomando la producción”, comenta el señor Guillermo.
El maestro panadero tiene más de 35 años en el oficio y 20 de ellos en esta panadería. Aquí trabajó su padre y ahora él, junto con su hijo, son los responsables de realizar la producción de miles de roscas para este día.
“Es un oficio muy noble. Aquí nunca te falta alimento ni dinero, por eso lo aprecio. Además de que es muy grato ser parte de una tradición familiar y cultural, ya que nosotros también hacemos pan de muerto y roscas, las cuales se han llevado a diferentes estados e incluso países”, explica.
En algunas mesas, panaderos ponen muñecos; en otras, decoran las roscas con ate de perón, guayaba y tejocote, como lo hace el hijo del señor Guillermo. Él representa la tercera generación de su familia que se dedica a hacer pan y roscas.
“Entré a trabajar hace un año; la verdad es pesado. Ayer entramos a las cuatro de la mañana y salimos a las 10 de la noche; sin embargo, deja grandes satisfacciones este trabajo. Es bonito porque contribuimos a la tradición”, explica el panadero Oliver.
Así, con esfuerzo y gusto, panaderos de la Ciudad trabajan horas extras para preparar miles de roscas y con ello, engalanar cientos de mesas de familias mexicanas en este Día de Reyes.
