Del Palacio de Cobián, sede de la Secretaría de Gobernación (Segob), a la vieja casona de Xicoténcatl en sólo 24 horas.

La ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, única política que ha tenido un cargo en los tres Poderes de la Unión, retornó al Senado, pero no como una más, sino como la virtual presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara Alta.

Arropada en su retorno por los suyos, recorrió la gran mesa instalada en el patio de Xico, donde los senadores de Morena la saludaron, se tomaron selfies, la felicitaron, tardaron más de media hora. A la extitular de Gobernación se le vio cómoda al retornar, dirigir debates y negociar acuerdos en momentos de polarización en el país.

Era un ambiente festivo, el inicio de una nueva Legislatura. Sánchez Cordero iba del brazo de Ricardo Monreal, líder morenista en el Senado.

Todo estaba planchado desde la tarde del jueves. Monreal, hábil, agradeció la solidaridad de las cuatro que se quedaron en el camino: Bertha Alicia Caraveo Camarena, Imelda Castro Castro, Marybel Villegas Canché y Ana Lilia Rivera Rivera, todas sonrientes, como en los tiempos de disciplina partidaria también de la 4T.

La reunión plenaria de la bancada de Morena también recordó los viejos usos y costumbres del PRI, de la unidad, de la mano alzada, de la aclamación, cuando Monreal planteó adelantar el proceso interno para elegir a la próxima presidenta del Senado.

“Junto con los aspirantes, hagamos formalmente la propuesta que les hago, votemos formalmente como un primer evento de esta plenaria.

“Les propongo a las senadoras y senadores que nuestra próxima presidenta de la Mesa Directiva sea Olga Sánchez Cordero”, soltó Monreal apenas iniciaba la plenaria.

“Si ustedes están de acuerdo, expresémoslo a mano alzada. Como ve el público que nos observa a través de las redes y del Canal del Congreso y a través de los medios de comunicación que nos acompañan, es por unanimidad. ¡Que viva la unidad!, ¡que viva la cohesión de Morena”, arengó el político zacatecano mientras que los poco más de 60 morenistas respaldaban la propuesta.

Sánchez Cordero, sentada junto a Monreal y al aún presidente de la Mesa Directiva, Eduardo Ramírez, se dejaba querer, apapachar. La senadora Lucía Trasviña fue de las que la ministra en retiro abrazó con más efusividad.

En su primer discurso como la ya virtual presidenta del Senado, cargo que será ratificado el próximo domingo por el resto de las bancadas, la extitular de Gobernación dijo:

“Estoy aquí para construir, estoy aquí para el diálogo y la dialéctica parlamentaria”.

Al final de la plenaria, Mon- real, contento y sonriente, hablaba con sus cercanos, continuaba con la operación cicatriz con las cuatro senadoras que se quedaron en el camino, también las apapachaba y de paso mandaba un mensaje a Palacio Nacional: el rebaño orenista está unido.

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