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En la actualidad se han roto cartabones en el mundo laboral mexicano durante estos últimos años de lo que va de la actual administración federal, que han provocado una actividad sindical más transparente y democrática que no se hubiera siquiera imaginado en décadas anteriores. Este importante sector del país, que sin lugar a dudas apuntala el desarrollo de la nación, se encuentra en un proceso intenso de transformaciones; se han modificado, para bien de todos, las reglas escritas en contextos muy distintos al actual y esos cambios requirieron reformas constitucionales y legales propuestas de manera consensuada por las instituciones federales que regulan la organización del trabajo. Podemos afirmar que hay un nuevo panorama en el sindicalismo mexicano.
Esta transformación se focaliza en especial en la conclusión formal del proceso para legitimar los contratos colectivos de trabajo y dejar atrás, en un pasado oscuro que perjudicó mucho las relaciones de trabajo democráticas, la simulación de los contratos de protección, que eran mayoritarios.
Según cifras del Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI), en el primer trimestre de 2022 había 4 millones 869 mil 45 mexicanos y mexicanas que pertenecían a algún sindicato. La legitimación de los contratos de trabajo debe considerarse como una conquista fundamental para que, a través del voto secreto y directo, se instaure la democracia en el mundo laboral. Cada trabajador de un sindicato ejerce su derecho universal e irrenunciable de seleccionar a la mejor opción que se encargue de defender sus garantías.
Desde luego que este proceso de legitimación ha registrado episodios complicados debido a que rompe inercias y atavismos históricos que respondían a una hegemonía política del viejo corporativismo donde el voto consciente, el consenso y la inclusión no existían o, en el mejor de los casos, eran mera simulación. Este mecanismo cambia de manera radical ese obstáculo histórico a la transparencia y mete al sindicalismo en una dinámica permanente donde la democracia es la herramienta central para llegar a consensos que beneficien a todos los involucrados en el mundo laboral mexicano.
La transición que vive el mundo laboral, en lo particular, responde a la transición en lo general que se da en varios sectores nacionales. No es una ínsula dentro del contexto nacional, sino que emana de la propia cultura e idiosincrasia mexicana. Así como se dio el cambio de las condiciones de trabajo en el proceso revolucionario de 1910, que dio origen al Artículo 123 constitucional, así ahora la legitimación de los contratos colectivos de trabajo cubre una demanda de cambio y modernización del sindicalismo, que por fortuna ya se deja sentir en todas las regiones de la república.
Sin embargo, aún faltan muchas situaciones por solucionar en este rubro en el país; por ejemplo, existe una enorme cantidad de trabajadores en la informalidad que todavía están muy lejos de contar con un régimen laboral justo y democrático. Esta transición del mundo laboral mexicano, en lo general, y del sindicalismo, en lo particular, no será materia concluida, si no incluye a esos trabajadores y trabajadoras que también merecen estar cobijados con derechos y garantías plenas.
Hasta la próxima.
Secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Servicio Postal Mexicano, Correos de México