Bruselas.— Los rigurosos procedimientos de adhesión y la falta de entusiasmo entre algunos Estados miembro para dar la bienvenida a nuevos socios hacen improbable que Ucrania pueda formar parte de la familia comunitaria a corto o medio plazo.
La agresión rusa es un nuevo impulso a la candidatura ucraniana al club comunitario; el mayor apoyo viene de la Comisión Europea y los países del Este.
En una carta abierta el 28 de febrero, Bulgaria, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia se pronunciaron a favor de que Ucrania se sume a la Unión Europea. “Pedimos otorgar inmediatamente el estatus de candidato y abrir negociaciones”, reza la misiva. Un día antes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, citó a medios internacionales para extenderle la mano a Kiev; se refirió a Ucrania como “uno de nosotros, lo queremos adentro”.
El gobierno del presidente Volodimir Zelensky capitalizó el momentum instruyendo a su embajador ante la UE, Vsevolod Chentsov, para que presentara a la presidencia semestral francesa la solicitud de membresía bajo el procedimiento exprés.
“Los ucranianos le han mostrado al mundo quiénes somos, mientras que Rusia ha mostrado en qué se ha convertido (…) Cada crimen, cada bombardeo del ocupante sólo nos une más”, dijo Zelensky mientras daban inicio las conversaciones en la frontera con Bielorrusia destinadas a detener la guerra.
“Nuestro objetivo es estar junto a todos los europeos y, lo más importante, estar en pie de igualdad. Estoy seguro de que es justo. Estoy seguro de que nos lo merecemos”, puntualizó.
El martes 1 de marzo, Zelen-sky volvió a reiterar su petición durante su intervención por videoconferencia ante el pleno del Parlamento Europeo. Afirmó que los ucranianos no sólo pelean en las calles del país por su libertad y soberanía, sino también por convertirse en socios de pleno derecho de la UE.
“Sin su apoyo, Ucrania se quedará completamente sola”, subrayó ante un plenario de pie.
No obstante el fuerte apoyo entre los países del Este y la titular del Ejecutivo comunitario, la ampliación es un tema que habitualmente causa división. Croacia fue la última en adherirse, en 2013.
Para que un país pueda calificar siquiera al título de candidato requiere sumar el apoyo unánime de los 27. Rumania y Hungría fueron los únicos países del Este que no firmaron la carta abierta publicada por el gobierno de Polonia en la que se lee: “Creemos firmemente que Ucrania merece recibir una perspectiva de adhesión inmediata a la UE”.
Por su parte, el mandatario francés, Emmanuel Macron, quien busca la reelección en las presidenciales de abril, no es favorable a aumentar el número de socios antes de reformar el proyecto comunitario.
En un dossier altamente polémico como es la ampliación, tampoco puede pasar por alto el euroescepticismo de algunos países. Holanda celebró en abril de 2016 un referéndum que evidenció el poco ánimo que hay para que la Unión siga creciendo.
Por iniciativa ciudadana, el gobierno del premier Mark Rutte puso a consideración de la ciudadanía el acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania, y que los opositores vendieron como un boleto de membresía maquillado.
El 61% dijo “no” en una votación no vinculante que contó con la participación de 32%. El acuerdo finalmente fue aprobado en 2017 por el legislativo naranja luego de recibir una serie de retoques, entre ellos el compromiso de que el tratado no abriría las puertas a una futura adhesión de Ucrania a la UE.
En el hipotético escenario de que Ucrania reciba el título de candidato, para que se convierta en socio de derecho le queda por delante un sendero largo y tortuoso. Para que las negociaciones divididas en 35 grandes capítulos puedan arrancar el país debe demostrar que cumple con los estándares europeos y es capaz de aplicar la legislación comunitaria dentro de un periodo de transición previamente establecido.
En la actualidad, Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Turquía gozan del título oficial de candidatos, pero ninguno de ellos tiene perspectiva de superar la fase inicial, por diversos factores, incluyendo la falta de voluntad política de algunos socios de la Unión.
Por ejemplo, Turquía presentó oficialmente su candidatura a la Comunidad Europea en 1987, pero fue aceptada hasta 1999; desde 2009 celebra conversaciones sin avances importantes. Albania y Macedonia de Norte solicitaron su adhesión en 2009 y 2005, pero aún esperan la aprobación del proyecto de negociación. Al margen del quinteto, Bosnia-Herzegovina y Kosovo gozan del título de candidatos potenciales.