La red de distribución de agua en el Valle de México sería capaz de darle una vuelta al mundo con una longitud de 153 mil kilómetros, por lo que el deterioro de tuberías y las constantes fugas que se presentan en distintas demarcaciones de la capital representan casi 40% del desperdicio, según datos de la Cumbre de Fondos de Agua, del gobierno de la Ciudad de México.
Estas fugas que han aumentado 20% en los últimos años en tuberías enterradas de 10 a 200 metros en el drenaje profundo, afectan principalmente al entorno social donde se originan, pues son las venas que abastecen del líquido a la capital mermando la calidad de vida de los habitantes que la habitan y provocan cierres parciales, tráfico y un deterioro en su día a día.
“Un proyecto que recuerdo con mucho cariño y que resolvimos fue en un hospital. Un hospital nunca cierra, siempre está operando. Tenían un problema en la tubería de agua potable que inundaba el sótano. Para arreglarlo debían cerrar y excavar una profundidad de siete metros. Tubepol llegó y logramos repararla en un día y en ningún momento el hospital interrumpió su operación”, destacó el ingeniero químico Adrián Cordero.
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Desde hace 12 años, Cordero decidió darle la vuelta a esta problemática creando un material resistente y capaz de devolverle la vida útil por 50 años a las tuberías que en la Ciudad de México tienen poco más de seis décadas. Poliéster y fibra de vidrio son los encargados de rejuvenecerlas.
“Muchas de estas tuberías no se pueden cambiar pues están en situaciones muy complicadas para excavar, entonces desarrollamos la tecnología tubería polimérica curada”, señaló el creador de Tubepol.
Platicó que comenzó como un sueño estudiantil en un garage y surgió de la premisa de acabar con las fugas. Este proyecto que se incubó por jóvenes estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha consolidado para reparar tuberías de manera sustentable, reduciendo tiempos de excavación de dos semanas con el método tradicional para decirle adiós al desperdicio de agua en una sola noche, pues en 12 horas rehabilitan hasta 200 metros de infraestructura.
Un estudio de la UNAM estima que la pérdida de agua por fugas es de 40% hasta 50%, además es una de las tres causas principales de la escasez del líquido.
Este polímero se puede aplicar a cualquier diámetro de tubería, que van desde 10 centímetros hasta un poco más de metro y medio de diámetro, por lo que han podido colaborar con el sector público y el privado.
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“Podemos rehabilitar tuberías de agua potable, de drenaje, industriales, hasta que lleven petróleo” aseguró el empresario.
Explicó que a través de un filtro de poliéster laminado con una capa plástica crean “un traje a la medida que consiste en construir una tubería totalmente nueva dentro de una tubería dañada que ya cumplió su vida útil” devolviéndole aproximadamente 50 años más de vida.
Lo que permite tener un tiempo de respuesta casi inmediato.
Posteriormente, ese filtro se lleva al sitio donde se va a instalar. Van de alcantarilla a alcantarilla para poder acceder a las tuberías.
Este equipo multidisciplinario pretende evitar las zanjas abiertas en el pavimento, el polvo, las calles cerradas y que los comercios y servicios se vean afectados por el tráfico, indicó el ingeniero.
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Concluyó que para que una tubería esté al 100% es necesario analizar el entorno, qué presión va a transportar, qué estructuras y función tiene el uso de suelo que estará encima, entre otras cosas, por eso aseguró que “Tubería que intervenimos tubería que no volvemos a ver”.
Su filosofía se basa en la cultura de prevención y no de corrección, pero aseguran que aún falta mucho para crear conciencia sobre el cuidado del agua.