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El delito de trata de personas, del que las mujeres son las principales víctimas, debe ser un asunto de seguridad nacional, para que se destinen más recursos a su erradicación y haya una mejor atención, considera la activista Paola Félix.
La también titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la Ciudad de México y quien recientemente publicó su libro La cosificación de los seres humanos (Porrúa), recordó que, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), 80% de las víctimas de trata son mujeres, por lo que urgió al gobierno trabajar con la sociedad civil para delinear una estrategia con perspectiva de género.
Recalcó que esta estrategia, además de estar enfocada en temas de seguridad, debe generar un cambio cultural para que la sociedad no sea “cómplice” de este crimen, pues son igual de culpables quienes explotan a una mujer y las personas que guardan silencio cuando tienen conocimiento de una víctima.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Felix Díaz, presidenta de la organización Uno a Uno UNAM Movimiento contra la Esclavitud, aseveró que la trata de personas persiste en el país por varios factores: pobreza, desigualdad, poca capacitación de los ministerios públicos, desconocimiento de las leyes en la materia, entre otros.
Ha investigado el tema desde hace 11 años. Entre 2017 y 2018 fue integrante de la Comisión Contra la Trata de Personas de San Lázaro, además de representar al Legislativo en la Comisión Intersecretarial para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas.
¿Cuál es el objetivo de su nuevo libro?
—La trata de personas es una asignatura pendiente en nuestro país y debemos trabajar desde diferentes trincheras. Lo más importante es visibilizar la problemática. Es un libro muy sencillo, pero trae todos los conceptos y la metodología para quien quiera adentrarse en este delito.
¿Quiénes son las principales víctimas del crimen?
—Hablamos de un delito que tiene que ver con la violencia de género. La CNDH daba un dato alarmante: 80% de los delitos son contra las mujeres (...) Es alarmante porque vemos una directa y una enfocada dirección hacia las mujeres.
México es un país de origen, tránsito y destino [de víctimas de trata]. Nuestro país sufre una problemática extra porque hay situaciones que generan el delito: desigualdad, pobreza y falta de oportunidades.
¿Plantear una estrategia con perspectiva de género?
—El enfoque de género debe tener una perspectiva desde lo étnico, la pobreza, la condición socioeconómica, el nivel educativo, el contexto cultural, las características sociológicas y físicas. Es un tema de seguridad nacional del que poco se habla, pero que está presente todos los días.
Debemos atacar este delito pues, si no se hace, más adelante vamos a estar hundidos en un tema tan grave como el de las drogas. Debe haber capacitación de funcionarios y tener un mayor financiamiento para este tema, se debe reparar el daño, tener más refugios financiados por el gobierno y mecanismos de coordinación entre autoridades federales, estatales y municipales.
¿Qué implicaciones tendría considerar este tema como seguridad nacional?
La reforma que proponía era elevar a rango constitucional y decir: “Está prohibida la esclavitud y la trata de personas”. Ese cambio es fundamental, pues posicionaría el delito de trata como un tema fundamental de derechos humanos.
Hace ocho años se publicó la Ley General para Prevenir la Trata de Dersonas, ¿es adecuado ese marco?
—La ley es de vital importancia, pero tampoco lo es todo.
La magnitud del problema requiere trabajar desde la sociedad, y para eso las personas deben entender lo que es el delito. Los clientes activos, pasivos y los observadores forman parte de nuestra sociedad, puede ser un tío o un esposo.
Ha dicho que debe haber un cambio en la sociedad, ¿cómo debe ser?
—Es un tema de abrir los ojos y no ser cómplices, el que calla es tan cómplice como el que está cometiendo el delito. Le preguntaron a una niña de 10 años que fue víctima y que ahora es activista, quién era peor, si el tratante o el que buscaba el servicio, ella dijo que ninguno de los dos. El peor era quien sabía que ella estaba ahí, que en este caso era una señora que le llevaba comida.
Esa señora pudo haber hecho una llamada anónima. Quien calla es cómplice, callar es complicidad, por eso se ha insistido mucho en el tema de denunciar.
¿Qué es lo primero que hay que atender en este tema?
—Así como en los feminicidios, cuando una madre va a levantar un acta en un Ministerio Público le dicen que su hija se fue con el novio, parece algo trillado, pero sí sucede, es una realidad constante también en el delito de trata.
En los ministerios falta capacitación, es un asunto que le corresponde a cada una de las entidades del país.
México no cumple con los estándares para la eliminación de la trata de personas, pero está luchando para lograrlo.