Las proyecciones a nivel internacional y nacional señalan que pasarán al menos 10 años para que el Estado mexicano pueda conocer la viabilidad y rentabilidad de los yacimientos de litio para empezar a explotarlo de manera industrial, con inversiones de alto riesgo de miles de millones de dólares y con la incertidumbre de que para entonces ya no sea prioritario en la fabricación de baterías, al ser desplazado por otros minerales más rentables.
Así lo consideraron especialistas, investigadores y académicos en el área de la minería, quienes expusieron que la reforma a la Ley Minera no es la panacea que permitirá detonar la explotación del mal llamado “oro blanco” o “nuevo petróleo” y, por el contrario, puede inhibir inversiones o acarrear graves daños a la ecología y medioambiente donde existan los yacimientos.
“La empresa más avanzada en México, en Bacadéhuachi, Sonora, tiene 10 años y todavía no logran producir litio de manera industrial, a pesar de tener experiencia (...) Imagínese una institución o empresa del Estado que apenas se va a formar.
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“No, no, no, la minería no es para principiantes, por lo que la reforma presidencial a la Ley Minera en vez de llenarnos de alegría en el país, más bien nos debe preocupar”, afirmó en entrevista con EL UNIVERSAL Rubén del Pozo, presidente del Distrito Zacatecas de la Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México.
Dijo que es muy importante para México tener un mineral como es el litio, pero, desafortunadamente, no tenemos estudios que nos den certeza sobre la cantidad y calidad de este recurso en el país.
“Además, existen indicios del litio en Zacatecas, San Luis Potosí, Puebla y Oaxaca, pero falta mucho trabajo para dimensionar esos yacimientos. Es decir, de qué tamaño es el yacimiento, en dónde se localiza puntualmente, cómo pudiera ser explotado y cómo pudiera ser beneficiado de tal manera que fuera rentable su aprovechamiento. Ello requiere de mucho tiempo, muchos recursos, mucho dinero”.
Expuso que la minería es actividad de inversiones de capital de largos periodos de maduración y son de alto riesgo: “No se trata de decir que ya se hizo exclusivo el aprovechamiento del Estado y pronto vamos a tener los frutos (...) Claro que no. Eso está muy lejos de ser una realidad”.
El exdirector de la Escuela de Ingeniería de Minas y Metalurgia de la Universidad Autónoma de Zacatecas expuso que existen tres formas de explotar el litio en el mundo. En Bolivia o en Perú, el litio se encuentra en forma de salmuera, por lo que es relativamente fácil su explotación, pero en arcillas, como es el caso de México, apenas está en escala de laboratorio: “No hay resultados completos que pudieran asegurar que sería un proceso rentable, es decir, no sabemos si el litio es o no es negocio en México”, dijo.
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El presidente de la Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México, Armando Alatorre, coincidió en que en el caso del litio o cualquier otro mineral se pueden llevar hasta 10 años para realizar estudios sobre la vialidad de su explotación.
“Hablamos de inversiones mayúsculas, del rango de cientos de miles de dólares para la exploración y, si tienes éxito, de miles de millones de dólares para la explotación y empezar a producir. Entonces, la pregunta es si el gobierno mexicano tendrá disponibilidad de esos recursos”.
Dijo que la minería es una actividad de expertos, no de políticos, quienes deben crear ambientes aptos para producir e invertir: “El gobierno no cuenta con la técnica ni la experiencia para explotar el litio y, por ende, no es una buena idea que intente acaparar este sector ni realizar inversiones millonarias cuando se tienen otras prioridades en el país”.
Expuso que el furor de los autos eléctricos es sobre todo por las proyecciones de que en 20 años se eliminará el uso de motores de combustión y se reemplazarán con tecnología que en la actualidad usa litio en sus baterías.
Destacó que 90% del litio que se produce en el planeta proviene de cuatro países: Australia, Argentina, Chile y China. El 80% de esa producción va a China, donde están las principales fábricas de baterías de litio y se prevé que la demanda siga creciendo en los próximos 20 o 30 años.
Aleida Azamar, autora del libro El litio en México: verdades y mentiras, y profesora e investigadora del Departamento de Producción Económica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), añadió que la retórica presidencial ha provocado que se hable en el país del mal llamado “oro blanco”, al convertirlo en un mineral fundamental para la soberanía energética, cuando su utilidad es para la fabricación —en las próximas décadas— de baterías para autos eléctricos, “que, por cierto, no estarán al alcance de la mayoría de los mexicanos por sus altos costos”.