Más Información
Senado turna a congresos estatales extinción del Inai y seis órganos autónomos; Morena y aliados aprueban con mayoría
Reforma judicial no es una venganza de AMLO: Loretta Ortiz en Con los de Casa; representa elección de la ciudadanía
El pitido constante del concentrador de oxígeno envuelve la pequeña habitación en la que instalaron al médico José Albino, luego de mes y medio de estar en Terapia Intensiva, pues desarrolló la etapa del Covid-19 agresiva; aun cuando le esperan meses de rehabilitación, se siente dichoso de estar en casa.
“Me siento feliz, siento que volví a renacer”, dice con dificultad, entre el ruido del aparato médico y la mascarilla sujeta a su rostro; apenas se percibe su voz.
Con ánimo, el profesional de la salud —quien labora en una cadena de farmacias— levanta la mano derecha y forma una V con los dedos, pide a los mexicanos no bajar la guardia y no tomar la enfermedad respiratoria como un juego.
“Es un proceso muy difícil, no se lo deseo a nadie... Esta enfermedad no es un chiste, es algo muy serio, uno puede morir, a mí me ayudaron los médicos para salvarme de no morir, a los que están pasando por la enfermedad, ojalá sobrevivan, porque no todos lo hacen. No vayan a fiestas, viajes, esa es una trampa mortal”, afirma a EL UNIVERSAL.
Para José Luis Salinas Selaya, coordinador de Áreas Críticas Covid y Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital Infantil Privado Star Médica, y quien encabezó al equipo médico que atendió a José Albino, este caso es un milagro médico, puesto que en el peor momento de la enfermedad el pronóstico de vida del paciente era menor a 10%.
“Él llegó con nosotros como parte de un convenio de colaboración con una cadena de farmacias, que es donde trabaja, ingresó cuando la segunda oleada pegaba con dureza, se trataba de un paciente joven, 43 años, pero con obesidad, lo que podría significar un mayor riesgo de padecer enfermedad grave por Covid-19”.
En su consultorio médico, Salinas Selaya recuerda que lo primero que se hizo para asistir a José Albino fue colocarle puntas nasales de alto flujo, luego se le conectó a un tanque de oxígeno y al no haber una respuesta satisfactoria se le tuvo que intubar.
“La decisión de intubarlo era necesaria, lo tuvimos pronado, es decir, boca abajo e inclinado porque de esa manera llega mejor el oxígeno a los pulmones, en ese estado se le tuvo que realizar una traqueotomía y se detectó que tenía falla cardíaca, pulmonar, renal, en el hígado y en la sangre; su riesgo de morir era mayor a 90%”.
Ante dicho panorama, el coordinador de Áreas Críticas Covid considera que el caso de Albino ha sido uno de sus mayores retos profesionales: “Poco a poco vimos una evolución favorable en el paciente, ni él ni su familia dejaron de perseverar y ahí están los resultados, se va neurológicamente íntegro, sin secuelas, claro que requerirá terapia muscular, pero él se va en un buen estado clínico”.
—¿Estás bien, te pongo más almohadas? —pregunta Blanca Sofía, esposa de José Albino.
—Sí, allá hay más almohadas —responde él, al tiempo que le acaricia una mano en señal de agradecimiento.
En una habitación contigua a la que está Albino y frente a un altar en donde se encuentran las cenizas de su abuela —quien murió por Covid cuando su esposo estaba internado—, Blanca relata que el coronavirus se coló a su hogar a finales de enero de 2021.
“Mi esposo se contagió a finales de enero, él es médico, trabaja en una cadena de farmacias y se dedicaba a hacer pruebas Covid; cuando salió positivo estuvo aquí en casa dos días, después de eso la saturación empezó a bajar a 88, 86, fue ahí cuando decidimos que lo mejor es que fuera al hospital, porque si se ponía mal o algo pasaba, no lo podría atender, era mejor que se fuera por su propio pie en ese instante y no de emergencia, entonces decidimos que se fuera al hospital.
“Nos ayudaron muchísimo, él tenía seguro de gastos médicos mayores, seguro de vida y además la empresa cubrió todo, desde la ambulancia al hospital, hasta la ambulancia de regreso a casa; la cuenta fue de 10 millones de pesos”, cuenta.
Blanca recuerda que lo más difícil de estos meses fue pensar en su esposo pidiéndole que buscara un notario para arreglar cuestiones económicas y dejarla protegida ante su muerte; lamenta que el día que su esposo tuvo que subirse a una ambulancia por su propio pie, con el objetivo de llegar de manera temprana a un hospital, no pudieran despedirse porque ambos tenían Covid.
“Él se fue solo y eso a mí me partió; y nunca se me va a olvidar que lo primero que me dijo fue que le hablara al notario para que arreglara todo, ni siquiera nos pudimos despedir bien, porque estábamos los dos contagiados, sólo lo abracé, le dije que todo iba a estar bien, él se subió a la ambulancia, mi hermana estaba aquí y justo en la puerta nos despedimos, se subió a la ambulancia, él se llevó su teléfono, a medianoche me dijeron que marcara, pero nadie me daba informes, entonces él me marcó y me dijo que estaba bien, que le habían puesto puntas nasales, empezó a usar oxígeno”, relata.
Al quinto día de ingresar al hospital, Albino le marcó a su esposa para avisarle que lo iban a intubar porque sus pulmones estaban inflamados y era mejor antes de que su estado empeorara.
Al día 17 desde que Albino se internó en el hospital, el médico Salas Selaya le pidió a Blanca que se despidiera de su marido porque las posibilidades de sobrevivir eran mínimas, debido a que tuvo tromboembolia pulmonar. Pero ocurrió el milagro, dice Blanca, y se mejoró poco a poco.
Después de 45 días de estar hospitalizado, los médicos detectaron una evolución favorable en Albino y le dieron el alta. Agradecida, Blanca les llevó comida. Hoy celebra la vida de Albino.