Para que el nuevo Acapulco sea resiliente ante próximos embates del cambio climático, expertos aseguran que su reconstrucción obligatoriamente necesita un plan integral, de amplia inversión, bien diseñado por un grupo multidisciplinario que proyecte cómo mitigar las consecuencias de las actividades humanas y cómo adaptarse a las nuevas características del entorno.
Frente la imposibilidad de revertir la naturaleza de la Costa Grande de Guerrero hasta antes de la devastación del huracán Otis y las consecuencias del calentamiento global en el océano Pacífico, especialistas en cambio climático y un arquitecto apuntan, en entrevista con EL UNIVERSAL, que es necesario rediseñar la ciudad de forma sustentable, donde se aprovechen los asentamientos humanos y edificios existentes, pero con adecuaciones que los hagan capaces de resistir otros fenómenos meteorológicos.
“Los cambios climáticos estarán presentes sí o sí, pero ante este escenario de un entorno que ahora se vuelve más hostil hay una oportunidad y es reconstruir aprovechando lo que ya existe, rescatar lo que resistió, evaluar lo que falló y por qué y, de alguna manera, adaptarlo para que en un evento futuro de una intensidad similar la ciudad tenga un tiempo de recuperación menor y ponga menos vidas en peligro.
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“Un grupo multidisciplinario de arquitectos, biólogos, ingenieros y otros profesionales en la materia, en conjunto con el gobierno e inversionistas, deben analizar qué soportó, qué errores hubo previo a la construcción y, con mucho cuidado, pensar qué se puede mejorar, qué sistemas fallaron y por qué y cómo podemos aprender de ello para no cometer los mismos errores en el futuro”, expuso Naoki Solano, arquitecto e investigador de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
Explicó que esta estrategia debe ir acompañada de modificaciones en los reglamentos locales de construcción para que, en vez de edificar las nuevas estructuras con materiales ligeros se hagan con otros más resistentes que soporten el embate de vientos huracanados.
Solano García indicó que es de suma importancia pensar en mecanismos emergentes de provisión de energía que logren mantener la ciudad funcionando o respondan en un lapso más corto tras detenerse.
“Uno de los grandes problemas que tuvo Acapulco y los municipios afectados fue el quedarse sin electricidad y, por ejemplo, en automático se quedó sin agua porque había que bombearla y esto provocó una crisis sanitaria muy fuerte.
“Entonces, se necesita repensar cuidadosamente estas cuestiones de sostenibilidad en las ciudades y en su diseño, en el caso específico de ésta, porque no existen recetas ni respuestas definitivas y por eso es muy importante abordar el enfoque físico y social para evitar en la mayor medida cometer errores y, sobre todo, tomar en cuenta el cambio climático”, consideró.
Sobre esta línea, de acuerdo con la divulgadora científica Julieta Fierro, se espera que la temperatura del planeta suba entre 0.3 y 4.8 grados celsius este siglo, por lo que el nivel del mar aumentará, habrá inundaciones con mayor frecuencia y los huracanes serán más intensos. Por ello, se recomienda que el plan de reconstrucción no sólo empiece a gestarse en Acapulco, sino en toda la barra costera del Pacífico.
La investigadora titular del Instituto de Astronomía de la UNAM asegura que el agua de la costa podría subir seis metros, por lo que aconsejó crear un plan de prevención coordinado con académicos capaces de alertar a la población para que vaya a refugios antes de que otros fenómenos como terremotos o tsunamis ocurran.
“Cuando pasó Otis no había boyas capaces de medir la temperatura del agua, sólo aviones cazahuracanes que reciben las señales por satélite, pero estas tecnologías existen ya en otros países con los que podemos aliarnos, porque ese calentamiento global que esperábamos que nos afectara hasta 2050 ya está aquí, 27 años más temprano y debemos prevenir los próximos impactos fuertes y salvar todas las vidas posibles”, planteó.
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Al respecto, el doctor Ignacio Islas Quintanar, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, advirtió que estos cambios posiblemente requerirán decisiones que afecten la economía de la región, pero son necesarios para la armonía del ambiente ante el irreversible calentamiento global.
“Es inevitable que pasemos a condiciones de mayor calentamiento. Lo que sí pueden hacer los tomadores de decisiones es crear escenarios donde puedan advertir a la población y a la industria para prevenir estas catástrofes porque debido al aumento en el nivel del mar, por ejemplo, las costas se van a ver muy afectadas por huracanes de baja categoría a causa del alto oleaje.
“Nuestros modelos de medición fracasaron en los pronósticos que debimos haber tomado, entonces es muy importante que el gobierno de México y la iniciativa privada se preocupen por tener mejores elementos para crear mejores planes y prevenir catástrofes”, dijo.